ALGA Revista de Literatura
nº67 - primavera 2012




Dirección:

  • Goya Gutiérrez

    Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Goya Gutiérrez
  • Enric Velo

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
    • Borges
      de Federico Gallego Ripoll

    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Lecturas. Textos comentados

    EDUARD SANAHUJA

    Barcelona (1953). Es licenciado en Filología Románica-Hispánica y Catalana. Profesor agregado en la Escuela de Magisterio de la Universitat de Barcelona. Es uno de los fundadores y Vicepresidente de Aula de Poesía de Barcelona. Ha publicado los poemarios El gos del galiot (1981), Mirador (1983) Doble joc (1988) En defensa pròpia (1994) i Compàs d'espera (2006) Premio de Poesía Vicent Estellés 2005.

    Versió en català de l'article  



    Sobre la lava germinarán los líquenes:
    Notas sobre HACIA LO ABIERTO, de Goya Gutiérrez


    Hacia lo Abierto
    Goya Gutiérrez
    Barcelona (2011)

    Poesía. 67 páginas

    Hacia lo abierto no es un libro fácil, no hay lugar para la guasa, para guiñar el ojo al lector con una broma o una pirueta verbal destinada a arrancar una sonrisa chistosa. Es un libro trascendente, un libro sapiencial que explora en la incerteza y en la revelación, con un itinerario, una estructura circular que se cierra y se abre al mismo tiempo, un mandala, permitidme decirlo así, en donde el epicentro no solo es la concepción de la existencia humana y el acontecer de la vida, sino también el poema, la poesía como un correlato de la vida. Veo en Hacia lo abierto una cosmogonía personal, la explicación de un universo que, como se expresa a través del poema, viene a ser necesariamente metapoético. Ahora que en la isla de El Hierro todos los vulcanólogos están alerta, que se hacen previsiones sobre los metros cúbicos que la isla crecerá en el caso de una erupción, me parece especialmente feliz esta concepción de la poesía como fuerza orogénica que destruye y crea, que muere y que renace para expandirse: un ave Fénix magmática en donde con el tiempo germinarán los líquenes, de manera que poco a poco acogerá la vida, multiforme, multicolor, exuberante cuando el agua la fecunda. Hay un lugar entre la vida y la muerte, entre el final y el renacimiento, entre el silencio y la voz, la palabra, una espiral que se abre en una suerte de celebración panteísta, el viaje de la vida y el de la creación del poema. Una reconstrucción del yo -y por tanto del mundo-, una estrategia para ser otra. En suma, una versión del eterno retorno y la transfiguración.
              El itinerario de Hacia lo abierto tiene cuatro hitos, cuatro partes, cada una de las cuales corresponde a uno de los elementos que en la antigüedad, y en diversas culturas (con algunas variantes), representaban las cuatro formas conocidas de la materia y eran utilizados para explicar diferentes comportamientos de la naturaleza: Tierra, Agua, Aire y Fuego. Estas partes son asimétricas, no tienen la misma longitud ni composición. Pero todas empiezan por una cita relevante y en ninguna de ellas se utilizan los signos de puntuación, excepto los dos puntos, los puntos suspensivos o los de interrogación, lo que se aviene con la fluidez magmática a la que me he referido antes. Cabe decir, sin embargo, que la utilización inteligente de las mayúsculas sirve de apoyo al lector para avanzar con seguridad a través de los versos. Quiero también mencionar el uso de la cursiva, con una doble finalidad:

    1. Para enfatizar enunciados principales que hacen referencia a los cuatro elementos.
    2. Para marcar el último verso de cada una de las partes, verso que coincide con el título genérico de los poemas que la integran. Es una forma de advertir al lector que el final conduce al principio, una muestra más de la estructura circular del libro y de su eclosión, que se expresa con contundencia en el último verso del libro: Quizá nuestro adentro esté ya afuera.

    No entraré en un análisis detenido de cada uno de los apartados. Solo apuntaré alguna impresión y subrayaré algunos de los versos que me han impresionado.
              - Tierra o existencia, precedida por una magnífica cita de Rilke, acoge la putrefacción, la muerte, pero también el jardín, una oportunidad para que en el abono prenda alguna semilla. Mirad esta referencia a la muerte, que me recuerda la danza de la muerte medieval:

    Hoy he visto en su rostro imponerse
    el color de la muerte
    Un maquillaje hueco e instantáneo
    de carne desvalida
    La máscara del mismo carnaval
    al que por último cuerpo y alma desnudos
    sin excusa posible:
    todos
    tendremos que aceptar su invitación.
    (III, pàg.9)

    Este es el espacio en el que la poeta puede trascender los límites "hacia lo otro", allí donde puede recibir la revelación del poema, "jugando al escondite con la muerte".
              - Agua o sueño (que preside una referencia a Bachelard: "Todo es eco en el universo"), territorio de la fecundación, del amor (recordad a San Juan de la Cruz: "Y la caballería / a vistas de las aguas descendía…"), es para Goya Gutiérrez el refugio de la ebriedad dulce del sueño, del viaje, de la transfiguración en el otro, de la transgresión de los límites, "pendiente de la metamorfosis del color / de las alas que nunca han existido".
              - Aire o despertar, con cita de Antonio Colinas, el ámbito azul, de la luz, de la elevación, del vuelo, de la perspectiva, del aprendizaje, pero también de los peligros del triunfo y la traición, de la caída. "El ave carpintera canta y labora / Igual que la poeta dota a su casa / de plenitud y de oquedad", nos dice en el poema II, pág. 48. Más adelante, en cambio, nos advierte de que "El éxito consiste en ese sigiloso oteo / zafándose acechando / El éxito es la destreza del guepardo / la articulada esbeltez de los rayos sus músculos" (V, pág. 53).
              - Por fin el Fuego, que encabeza "Quizá el silencio dura más allá de sí mismo, y la existencia es sólo un grito negro, un alarido ante la eternidad", de Antonio Gamoneda, nos retorna al inicio, al renacimiento: "Quizá al principio fue la oscuridad / en el silencio de un color sin nombre (I, pág. 59). Sin embargo, el fuego impulsa las palabras, "Y de pronto se alzan / y pugnan por salir en tropel / Como un ramo de imágenes / latentes / en medio del corazón secreto / de la noche / vertidas en refulgente nieve / del papel" (V, pág. 63).
              Todos los poemas de esta parte acaban con el mismo dístico, "Desde adentro hacia afuera, desde afuera hacia adentro", una marca semántica y estilística del movimiento dialéctico entre el yo y el universo. Todos los poemas acaban así excepto el último, el epílogo, que es un poema clave en el libro, al cual ya me he referido cuando he dicho que retoma el título genérico de los poemas de esta sección, "Quizá nuestro adentro esté ya afuera", y aporta una nueva referencia a los cuatro elementos. Se cierra el círculo, pero saliendo de él al mismo tiempo, escapando hacia afuera, abriendo nuevas posibilidades, con la consciencia de que "Pensar que hubiera podido ser distinto / es otra forma de aumentar el dolor" (VII, Epílogo, pág. 65).
              Hasta aquí he trazado unas pinceladas de lo que sería la vertiente poética discursiva de Hacia lo abierto. El libro, no obstante, no se limita a las palabras, se abre también a la imagen, al poder evocativo de las fotografías de Enric Velo y a la poesía visual de Edu Barbero, obras que no son acompañamiento, sino una expansión de los poemas del libro.
              Enric Velo nos regala ocho fotografías:
              - En Tierra, el jardín de Yuyuan, en Shangai, una frondosidad cultural donde la naturaleza exuberante se domestica y se racionaliza estéticamente.
              - En Agua, el lago de Yamdrok, en el Tibet, comunión del agua y el cielo, un camino hacia la infinitud del azul y la ebriedad del sueño; y la ambigüedad en blanco y negro de una bahía de Roses donde el cielo nos anonada y día y noche se confunden.
              - En Aire, la danza de una gaviota que camina, la silueta de una gaviota negra que presagia mal augurio y amenaza, y el vuelo majestuoso de dos gaviotas sobre el azul del cielo de Essaouira, en Marruecos.
              - En Fuego, las llamas sagradas del templo de Yonghe y la escultura de un ave, una grulla, que parece surgir de la tierra y, sin dejar de caminar, se eleva por encima de todas las miradas; se trata de una escultura enclavada en la Ciudad Prohibida, el lugar inaccesible, el refugio del misterio.
              En cuanto a Edu Barbero, personaje por el que, lo digo públicamente, profeso un gran amor, poeta al que he visto crecer, engrandecerse, que ha tenido el detalle de obsequiarme con sus obras y que poetizó visualmente una serie de poemas para doce puntos del libro con el que el Aula de Poesía de Barcelona quiso recompensar a sus socios, nos ofrece la cubierta, con una mujer-árbol enraizada en el espacio, unas raíces que flotan, que no se clavan en la tierra, que permiten la elevación, la danza de un cuerpo que mira al infinito. Aparte de la cubierta, hay tres poemas de Edu:
              - Abriendo el libro, en Tierra, se encuentra Spes, una esperanza para observar la naturaleza, una rara asimetría donde en el recorrido del alfa a la omega, de la a a la zeta, la tierra deviene árbol, se transforma en raíz, una raíz que no es raíz sino ramaje de la copa de otro árbol, porque no hay enterramiento, sino crecimiento y equilibrio en el espacio de la luz y de la sombra, una proyección arbórea que substituye, metafóricamente, el lugar que en el inicio ocupaba el planeta Tierra.
              También en esta primera parte se halla el montaje dedicado a Pere Salinas. Ahora se trata de una evocación de las raíces personales, con la mirada perpleja de un niño, la mirada del que se mira en el otro, sobre una página de fondo que el tiempo ha envejecido, página manchada, con cifras, con antiguos deberes, escoltados por unas farolas y una arquitectura ya completamente irrecuperables.
              En la segunda parte tenemos "Lorca-Neruda-amicitia II", que glosa la amistad de los dos poetas, comenzada el año 1933 en Buenos Aires y continuada en Madrid el año 36, poco antes del asesinato de Lorca. Hay un corazón, que para mí es un corazón común, un corazón compartido por el otro, con tres hileras de caracoles marinos, los sueños abisales comunes y diferentes, pero con una bala en el lugar estratégico substituyendo uno de los caracoles, como símbolo del destino de Lorca.
              - El último de los poemas de Barbero se encuentra en Aire, es una Librélula, magnífico juego de palabra-imagen, entre "libélula", "libro/liber" y "libre", este adjetivo de la misma familia de la palabra que todos y todas anhelamos, aquí y por todas partes, "libertad", libertad para pensar, libertad para trabajar, libertad para decidir, libertad para hablar, libertad para obrar, libertad para ir de un lugar a otro, libertad para leer, libertad para soñar, libertad para escribir, libertad para aplaudir o para silbar.

    Barcelona, 4 de octubre de 2011

    (Traducción al castellano: Goya Gutiérrez)


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