Cometo poesía
el cadáver blanquecino se ha hecho pedazos entre los andenes
de una estación de aravaca. Pedro Casariego se ha tirado a las vías
sin mirar atrás porque la vida a veces puede ser una lata
con la sangre envenenada del marfil de la serpiente blanca
Eduardo Haro espera otro trifásico de magno en un bar de Malasaña
ya sabe que ha de morir la Reina de las Chutas aunque sea buena
no le importó a Alfonsina el tamaño de las olas de su mar
ni las anfetaminas que abrían sus ojos al delirio y la razón
ni el otoño que te llena de miedo cuando caen las hojas
y si el telón se cierra para siempre
el espectáculo no significa nada
¿adónde van las palabras cuando deciden matarse?
la noche solo necesita una habitación vacía
un océano verde y una actriz de segunda fila
los poetas son tipos muy extraños
y no me digas que nunca oíste hablar de Leopoldo María en un callejón
de Madrid. Del Panero que cerraba siempre la vía láctea y abría los
psiquiátricos sabiendo que tras esa puerta perdería la cordura
o de Alfonso Costafreda, de su enorme terror, íntimo y silencioso
de la sobredosis de pastillas que aplastó el poema que nunca
podría componer las palabras secretas que uno quisiera decir
o del hombre de la luna que mitiga el infierno eterno de Silvia
las vocales que no pueden sonreír aunque brillen las estrellas
¿temes acaso meter la cabeza en un horno y encender el gas?
cuando tienes frío y estás perdido
evaporado en el polvo de un caballo blanco
en uno de los muchos agujeros de la noche
con una necesidad tremenda de ternura
cuando desde el quinto piso buscas
la serenidad que ha perdido una generación
en lo más oscuro del día
cometes de nuevo
poesía
y una noche….
y una noche te das cuenta que el columpio de tu infancia se ha roto por un lado. Ya
no habrán más fiestas entre amigos ni mitos que ahuyenten el terror ni días hermosos
por vivir ni fantasías que oculten el mismo dolor que ya has sentido tantas veces
y una noche a solas por la calle entiendes que ya no eres el mismo que te has rendido
a un mundo que se ha tragado el patio del colegio que la vida hay que vivirla
a cara de perro que tu padre se ha hecho mayor y nunca volverá a cogerte de la mano
y una noche vuelves a pensar en tu casa y descubres que las paredes están sucias
que se ha quemado el sofrito en la cocina como los cuentos que tu madre se inventaba
para que pudieses dormir que ahora el insomnio es ya parte de ti
y una noche en un libro o en un bar entiendes que quizás debía ser así
regalos que ya no recuerdas tu padre que ha muerto sin hablarte
aceptar ese sabor amargo la soledad que vive ahora tu madre
y esa noche
volver a descubrir
que Chio está contigo
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