LA ESTELA
A veces pienso
que cuando navegue hacia el poniente
y el sol y la vida
sean pasto del mar
se perderá todo vestigio
de mi pasión por ti.
Entonces deseo grabarla
con tu buril en la oscura diorita
para que siempre perviva.
Que ese amor que te tuve,
engastado en la piedra,
pueda ser recorrido
por los ojos y manos
que no son todavía
y puedan recrear,
el elocuente silencio
de las mariposas.
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HOY HE LLEGADO TARDE A CASA
Hoy he llegado tarde a casa,
la luna y las estrellas
tras de mí caminan
como cola de cometa.
El eco de las risas
me ha acompañado
y después, como siempre,
ha llegado la vaciedad.
Eso me ha traído
un recuerdo antiguo,
una celebración de hace tiempo.
Yo tenía siete años, un chiquillo,
alegría de la familia
en el campo, entre pinos,
esos pinos mediterráneos
que son míos.
Y luego una especie de nostalgia,
como ahora.
Ese leve angustia
que se sigue repitiendo
por mucho que el tiempo pase.
La vida sube y baja, oscila,
nada es perenne,
solo las agujas de los pinos
de donde los pájaros huyeron
hace ya tanto tiempo.
Estación tras estación
el tiempo es un ritual, una liturgia
que se agarra a nuestra mente,
a nuestro cuerpo,
con ánimo de escritura
que se fija en nuestra piel
como una vacuna antigua.
Me hago viejo,
el sol me alumbra,
la lluvia me oscurece.
El pasado me arrastra
a su terreno
y los versos que escribo
me dan miedo.
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