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IGNACIO GAMEN
CARMEN
E
ras, las noches de fiebre,
sentada junto a la cama,
una lámpara de aceite,
bálsamo helado tu mano
acariciando mi frente,
y flotando en la penumbra
tus ojos, dos llamas tenues.
En las veladas de invierno
eras la voz, la sonrisa,
eras el libro de cuentos,
eras norma de conducta
y reglamento del juego,
la taza de chocolate
con churros, tarta o buñuelos.
Luego te perdí en la bruma,
pero -rayos de sol pálidos-
me llegaban la ternura
y la tibieza de tu voz,
tu risa de media luna,
la discreta compañía
de tu silueta menuda.
Otra vez junto a mi cama
de tus ojos y sonrisa
el aura de paz emana.
Tu nombre evoco y la fiebre
de mi desvelo se calma.
Otra vez tu nombre, Carmen,
poema de carne y alma.
siguiente poema del mismo autor
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