ESTO NO ES UN POEMA
Si esto fuera un poema robaría las palabras de aquí y de allá para instalarlas en el extremo del verso, en el sigilo de las notas que dan voz a la vida o, como el gorrión, construiría mi casa entre los huecos de sus ramas brazos.
Pero esto no es un poema.
A menudo la vida desgrana las plumas alas mal heridas resquebrajando el oxígeno necesario que dispare como una carta de amor.
Se me cayó el alma por la intemperie desapareciendo la esperanza. Hasta la casa se hace tumba y ahora un mundo fuera de este mundo es el mapa de tu mirada.
Ahora los campos y los relojes sostienen tu aliento. Busco la palabra exacta que dé vida a esta desolación. Cómo es la amargura instalada en tus ojos habitados de negro.
A menudo pongo el corazón en tus manos y no en los escasos términos sembrados. La nieve y las apariciones quedaron atrás. Transita frío en ti. Contempla, como quien vive su libertad desde la cumbre del Moncayo, cuando abajo rodeas el boj que, como tú, decidió quedarse definitivamente en estas tierras, en las laderas con energía, en los espacios vacíos vivos de la memoria, en las orillas del Moncayo.
Paso necesario de contemplación que espera la ráfaga de luz. Murmullo del agua hasta el mar ahora del norte. Sigo buscándote, desolación habitada, amparo desnudo de dolor. Esto podría ser un arrebato, pero nunca un poema.
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AMIGO,
que la lluvia te acompañe
hasta el final de la vida.
Buscándote
llegué al océano
donde mis cabellos rojos
tiñeron su edad en nevasca
tapiando aquel rostro
de ojos enmudecidos.
El oleaje derribó su mundo.
Amigo sin rumbo
en la espesura azul del Atlántico;
en las riberas de tus sueños
te rompes con la noche
como una razón de amor.
Mi amigo verdadero.
De En las orillas del Moncayo, inédito
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