ALGA Revista de Literatura
nº93-94 - Año 2025




Dirección:
  • Goya Gutiérrez

    Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Enric Velo
  • Lucía León
  • Goya Gutiérrez

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
    Foto tomada en Lijiang, China que forma parte del
    espectáculo Impression de Zhang Yimou

    Por Craig Martin Getz


    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Poesía

    ROSA MIRAMBELL

    ROSA MIRAMBELL, es pintora, escultora, grabadora y escritora. Hasta la fecha ha publicado el ensayo Música per a pintors i viceversa (2008). Artículos de opinión en la revista Zerovuittresquatorze (2002- 2006), la novela Cançó sense bressol (2014), el poemario Viaje a Libra (2021) y El libro de narraciones Cuentos crueles (2023).

    EL JARDÍN DE LA NOCHE

    I

    Locas las flores, el jazmín y los mirtos,
    se beben las estrellas; vuela el perfume suave
    más allá de las nubes, más allá de mi seno,
    más allá del camino, más allá de la espera, después de los dolores,
    después del desengaño.
    ¿Qué hilos se destejen, se anudan o se enredan,
    telaraña que urden
    los botones de oro, las perlas que lloramos?
    El amor y el deseo,
    funden ya su pasión en surtidores
    que sin llegar al cielo lo persiguen
    espléndidas las aguas… que luego caen al suelo.

    Y venías
    cercándome de llamas la cintura,
    encumbrados por el soplo soberbio,
    torbellino perpetuo que da razón de todo.
    Se abrió la noche: cenábamos las frutas,
    el vino resbalaba
    caliente y rojo tiñéndonos los brazos.
    Reíamos de pena, llorábamos de risa.

    Ingenuos saltimbanquis al compás de un vals triste.

    …" y un no sé qué, que quedan balbuceando".

    San Juan de la Cruz.

    III

    Silencio pleno, guardando en la tiniebla
    de un misterio que no va a desvelarse,
    susurros y gemidos de un consuelo ya antiguo.
    Música minuciosa, simple y esperanzada,
    mullido lecho suave, que escuchamos perdidos
    en ese laberinto de los brazos.
    Hondura que los grillos, y un ladrido lejano,
    llenan de notas apagadas, respondiendo
    a la espera, ya sin dolor ni angustia,
    melodía perdida en contrapuntos
    en suave sobresalto, oráculo secreto que entendemos
    sin saber de qué habla.

    En el tiempo de mis plenilunios
    nada había capaz de perecer. Ahora
    delante del abismo las horas se alargan
    inútiles, vacías, y la sombra chinesca se burla.
    ¿Pensaste acaso que aquel fuego
    sería incapaz de consumirte? Vivías en la hoguera,
    luciendo con ardor la eterna chispa.

    Y todo lo quemó: dejó las brasas, una ceniza ardiente
    que solo espera un soplo. Aquel soplo divino del anhelo.

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