ALGA Revista de Literatura
nº88-89 - primavera 2023
40 aniversario / 1983-2023




Dirección:
  • Goya Gutiérrez

    Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Enric Velo
  • Lucía León
  • Goya Gutiérrez

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
      Iglesia de los Franciscanos (Lucerna, Suiza)
      de Enric Velo


    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Páginas centrales

    Antología poética de Goya Gutiérrez


    Introducción: "Una habitación poética propia" por Federico Gallego Ripoll
    Biobibliografía
    Selección de poemas: Goya Gutiérrez


    UNA HABITACIÓN POÉTICA PROPIA

    Por Federico Gallego Ripoll

    Lo que en Goya Gutiérrez (Cabolafuente, Zaragoza, 1954) comenzó siendo una particular idea del viaje como regreso (Regresar, 1995), ha devenido paulatinamente en profundización y análisis del yo compartido, constancia del hecho de vivir como trayecto de ida, no sólo en superficie, también en lo esencial. De buscar referentes externos a partir de la mirada y la memoria, a medida que como poeta se fortalecía y consolidaba, ha ido evolucionando hacia la sutilidad de considerar su propio interior como eje matriz de la aventura (vital y poética): sustancia, propósito, destino, vehículo y distancia. La suya es la clara percepción de una naturaleza crítica donde se origina su poética meticulosa y depurada, consecuencia de una gestación literaria estricta, impregnada con ecos del mandato bíblico (parirás tu lenguaje con dolor).
    Siempre ascendiendo/descendiendo en vertical como complementario sentido del viaje, su congruente corpus poético se genera en su propio magma, descartando lo fácil y afianzándose en la paulatina conquista de un elaborado lenguaje, complejo y vibrante: poesía sin arneses, sin anclaje en tendencias trilladas o predominantes.
    Residente en Barcelona desde 1968, el contexto geográfico y cultural, con sus tensiones acrecentadas a lo largo del tiempo, es básico en esa búsqueda y conquista de una habitación poética propia. Y ha sido su amigable implicación en el entorno poético, quien la ha llevado a dirigir y coeditar la revista literaria Alga, de Castelldefels, desde 2003, contra viento y marea, en un permanente gesto de firmeza y confianza, dando ejemplo de perseverante reivindicación de la poesía como realidad imprescindible en una sociedad pretendidamente en progreso.
    Celosa de su independencia, y buena lectora en un contexto amistoso enriquecedor, con abundancia de solventes voces femeninas, ha sabido mantener como fundamental la idea de autonomía creadora, el yo que se nutre desde el compromiso ético de fidelidad a su identidad y su historia. En esta labor, siempre ha primado el empeño en ejecutar un trabajo coherente partiendo de sus propios resortes, preservando su genuinidad. Su introversión, que la lleva a comenzar a publicar tardíamente respecto a sus contemporáneos, es a la vez hallazgo, refugio y laboratorio donde experimentar y construir.
    En el principio, sosteniendo la infancia y el mar, fue la palabra, las palabras -su poder-, quienes dictaron el norte de su escritura. La palabra: su morfología, su sonido, su ubicación dentro del texto; la palabra, siempre raíz constituyente que, tras evocar, revela -se revela-, incluso a veces, en sus inicios, en concatenación de elementos de cariz aproximativo, acaso surreal o sonoro, donde la cultura, la historia y la geografía -lejana o cercana-, aportan su riqueza. Es la palabra como concepto, pero también como chispa provocadora de imágenes que propician una realidad autónoma. Apoyando a la intención, el lenguaje, como sustancia maleable, ha continuado siendo en su poesía componente capital que construye, describe, integra y restablece el equilibrio en su voluntad de coherencia: una armonía patente, incuestionable en toda su obra.
    Al comenzar a publicar ya en edad adulta (De mares y espumas, en el que se contiene el previo Regresar, es de 2001), la poesía de Goya Gutiérrez avanza desde premisas estables, pese a un manifiesto pudor inicial tras el que confía en proteger la íntima emotividad de una cierta memoria del desasosiego, y se dispone como un itinerario consecuente de extraversión del yo crítico. En sus inicios, los poemas se configuran generalmente en forma fragmentada, con o sin título; desde una versificación abierta y articulada, ajena a los rigores de la puntuación y la medida, en un propósito de apertura, búsqueda y desarrollo de una luz externa, cuya verdad -en verdad, como la conclusión tras el viaje- radicaba en el fondo de sí misma y de su forma de relacionarse con el tú: lo externo, cultural o personal, circunstancial o complementario. La poeta es en sí misma cuenco en que se aquietan y adensan las palabras determinantes, que son parte de su forma de estar sobre la tierra.
    Goya Gutiérrez escribe desde la libertad de no someterse a lo pasajero, haciendo de la consciencia y la memoria territorio también de la consciencia y la memoria ajenas. Su poesía está en la construcción de un lenguaje cuya dimensión temporal y la elección de sus temas son los que atañen a su propia biografía, concatenada a su creación; poesía y vida: tiempo, distancia, opción y sensatez; la infancia, la casa, el paisaje cercano o lejano, la ciudad que es también habitáculo del dolor, el ruido y la destemplanza; el arte como manifestación permanente de la esencia humana, las urbes visitadas, el amor, el lenguaje como refugio, el ansia de vuelo, la enfermedad como cambio de paradigma, la muerte, la sacralidad del cuerpo y la creación… un hálito existencial que se va reflejando en todas sus publicaciones.
    La poesía es su forma de entender el mundo y entenderse en él; no sólo un lenguaje de comunicación sino, primordialmente, una herramienta de autoconocimiento respecto a la paradoja del mero hecho de vivir. En el tú de sus poemas también habita un yo particular que requiere atención. Al percibir esta sinceridad, sus lectores accedemos a ese mismo mecanismo de experimentación del entorno personal, social y artístico, que refleja como preocupación en sus textos. La siempre latente presencia de la primera luz, el afecto y el daño, la hija como destinataria preeminente de cada una de sus reflexiones… nos hacen participar de esa integración del lenguaje poético en la propia sustantividad.
    La unívoca expresión de casi todos sus títulos (Regresar, De mares y espumas, La mirada y el viaje, Hacia lo abierto, Desde la oscuridad, Grietas de luz, Lugares que amar) nos aboca al viaje y a la búsqueda, cuando no a la celebración de lo hallado. La experiencia está en el camino, y es preciso conocer para cantar y para seguir conociendo. Pero el viaje no es sólo una experiencia física que habla de distancias recorridas, sino, fundamentalmente, una conciencia transitoria de la existencia, el avance hacia la constitución de su presente continuo, su experimentación del yo en el tú y el nosotros, a partir de un Regresar inicial. Toda la vida es regreso hacia el punto cero del misterio y lo desconocido, por eso la palabra poética desvela y revela y, mientras lo hace, la poeta se siente liberada de la temporalidad. Su poesía es identidad, su lugar desde el que constituirse en pregunta que halla, en respuesta que otorga: una mujer que percibe y comparte más allá del hecho de serlo, haciendo del lenguaje territorio de la reconstrucción del yo vulnerado, y también de su celebración de lo vivido en sus afectos, sus logros y sus cuitas. Porque todo eso está en su poesía.
    En su desarrollo como poeta está la doble verdad de su propuesta: el trayecto y la profundidad, que aflora desde su condición de ánfora, de pozo pródigo, a través de esas grietas de luz que son una puerta de doble sentido, y que en sus más recientes libros concreta una estructura sosegada, donde el versículo extenso y los párrafos amplios, asumidos como forma preponderante, denotan un afán de comunicar y evocar más que intuir, siempre desde unas imágenes pletóricas de efectividad y belleza. El caudal ha ido ampliándose y serenándose. Lo que fue cauce veloz se ensancha y enlentece pormenorizando el discurso, al que dota de una minuciosidad explicativa acorde al tono reflexivo. La poesía de Goya Gutiérrez, que es tantas cosas, deviene así en casa en la que habitar, en paisaje sobre el que construir, siempre como apuesta por un futuro (también poético) no exento de esperanza.

    FEDERICO GALLEGO RIPOLL, fundamentalmente poeta, pero también dibujante (como vertiente gráfica de su lenguaje poético), nació en Manzanares en 1953. En Madrid cursó estudios de Turismo y en Barcelona de Teología. En Manzanares promovió y dirigió la hoja literaria La Tarara dentro del grupo Lazarillo TCE, en Madrid colaboró con María Antonia Ortega en la creación de la utopía poética Empresa de Mudanzas, y en Barcelona, donde residió desde 1978 a 1995, fue miembro fundador del Aula de Poesía de Barcelona, integrándose también en el grupo de poetas que editaron los Cuadernos de Poesía Bauma entre 1993 y 1996.
    Ha sido antologizado por Valentín Arteaga, José Mª González Ortega, Antonio Rodríguez Jiménez, Miguel Casado, Manuel Rico, Nieves Fernández y José Luis Morales.
    Además de con un accésit del premio Adonáis, su poesía ha sido reconocida, entre otros, con los premios: Castilla-La Mancha, Barcarola, Feria del Libro de Madrid, Jaén, San Juan de la Cruz, Ciudad de Irún, Emilio Alarcos, Ciudad de Badajoz y Villa del Libro, entre otros.
    Su obra editada se compone de 21 libros de poesía publicada entre los que destacan Escrito en no (19869, La sal (2001), Quién la realidad (2002), Los poetas invisibles (y otros poemas) (2007), Quien dice sombra (2017), Las Travesías (2020), Jardín Botánico (2021) y La lentitud de la deriva (2022).

    página siguiente