PARA UNA TEORÍA DEL CONSUELO
Debes saberlo, libro: aquí abajo
no habrá para ti premio hoy en día;
cuando el hombre suspira todavía
nadie aprecia virtud en su trabajo.
En el 3000, del verso embelesado,
irá uno a ver el Paraná corriente
y ante esa orilla pensará que miente
quien diga: "¡Acá, el Poeta fue alumbrado!".
Ten coraje, mi libro: aunque preciosa
la voz del bardo en bata suena odiosa;
cuando él no esté lo juzgarán divino.
¿A quién no ha mancillado la perfidia
que anega los baches del camino?
Solo el laurel postrero es sin envidia.
Del libro "El parasimpático";
Barcelona, Club editor, 2021
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TE LUCIS ANTE TERMINUM
(en Peyriac de Mer)
Rasante, ocaso en la salina,
un flamenco va con la primicia
de su cabeza en llamas.
Bate en una manga de aire espeso.
En su reflejo se sostiene el cielo
donde el avión saltamontes estira,
recoge, dos patas de tiza.
La música, que suele dividir
el ahora de su ruidosa ruina,
sería, aquí, innecesaria: al pisar
la pasarela sobre el agua muda
quedamos lejos de lo oscuro o nítido.
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UN VIAJE
Mañana, en cuanto el alba tinte la campaña,
partiré. Me llevarán caminos nuevos, viejos.
Iré a través del bosque, iré por la montaña;
no quiero estar, de ti, más tiempo lejos.
Iré, los ojos fijos en mis pensamientos,
sin ver nada de fuera, sin escuchar reproche.
Solo, desconocido, las manos cual sarmientos;
triste, el día será en mí como la noche.
No atenderé a la dorada tarde que se tumba
ni a los purpúreos velos cayendo alrededor.
Y cuando llegue, al fin, pondré sobre tu tumba
un ramo de acebo verde y otro de brezo en flor.
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