ALGA Revista de Literatura
nº87 - primavera 2022




Dirección:
  • Goya Gutiérrez

    Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Enric Velo
  • Lucía León
  • Goya Gutiérrez

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
      Absolutament TOT apunta al centre
      de Carme Just

    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Lecturas. Textos comentados

    GOYA GUTIÉRREZ

    Es miembro del Grupo de Poesía ALGA y dirige la revista ALGA desde 2003.
    Ver http://goya-gutierrez-lanero.com/



    Jardín Botánico
    de Federico Gallego Ripoll
    Cuadernos de la Errantía, Madrid 2021
    Poesía, 83 páginas

    Jardín Botánico supone el vigésimo libro de poemas de Federico Gallego Ripoll, uno de los poetas estrellas con que ha iniciado su andadura la editorial de Cuadernos de la Errantía. Una aventura de poetas y editores que se arriesgan con un proyecto esperanzador en el mundo de la edición de poesía, nada fácil.
    Federico continúa con su línea lírica para hablarnos de ese jardín interior que llevamos dentro, de esa naturaleza menos competitiva y agresiva, y sin embargo en muchos casos una de las más longevas, de la que a veces envidiamos su sencillez, porque, aunque somos parte de ella, nos sabemos otros, porque como un espejo también podemos reflejarnos en ella y hasta transfigurarnos poéticamente en ella. Una naturaleza en que los protagonistas principales son los árboles, que ya empezaron a tener importancia en su libro "Quien dice sombra" (2017).
    En el primer poema que titula (Propósito) y aparece en forma de prefacio se expresa de forma clara esa voluntad del yo poético de ser árbol, de ser feliz con la sencillez del árbol como si fuera el alter ego del poeta, y con el lector a su sombra.
    A continuación, el libro está dividido en siete apartados (Extramuros) en donde se nos dice que "Todo jardín es tierra fronteriza" (p.15) y por tanto los muros son inútiles para encerrar la vida. En el poema "Perímetro", el bosque que nos crece dentro mientras caminamos nos enseña que "El don está en saber/acomodar el paso al paso de la vida" (p.13). Apaciguar los bandazos imprevistos que podamos hallar en ese camino de la vida, asumiendo que la pérdida forma parte de ella.
    En el segundo apartado (El sendero) ya en el primer poema el sujeto poético nos ofrece un generoso consejo, después de dotar al jardín del sentido de camino, de destino, que muchas veces no se puede elegir sino que nos viene dado, nos dice "si tú eres un buen árbol no estarás nunca solo, / será buena tu vida." También hemos de cuidar a los seres que alimentan y se alimentan de la vida del árbol o del ser humano, como el jilguero y su canto; cuidarnos también de la desidia cuando ya ni el árbol ni el hombre precisa de la luz, porque puede morir "si el paisaje se para" (p.29). En esta segunda parte encontramos un poema que da título al libro "Jardín Botánico" en él está el árbol que dibuja un corazón en la corteza del sujeto poético "Con la herida aún tibia, me encamino /a llevar mi mensaje, la dicha tatuada / en que me cumplo:/No todos tienen claro su razón, en la vida ;/ a no todos un árbol / les graba un corazón en la corteza." (p.19), como si ese árbol hubiera marcado un destino en el sujeto poético, el de la poesía y su mensaje.
    Y con este mensaje de amor que transmitir parece iniciar un viaje interior lleno de laberintos verdes, un viaje de regreso hacia sí mismo, porque no es baladí que muchos poemas contengan ese vocablo de regreso y retorno a lo largo del libro. Viaje en donde también estará el pájaro que vuelve, el niño prendido a su cometa, los muchachos que disfrutan de espaldas a la escuela o el poeta que arropa al mundo.
    Y precisamente parafraseando al poeta, todos llevamos dentro un árbol de la muerte como el Ailanto o el Almez, junto a una calandria que nos cruza, de vuelo perdurable. Pero dentro del árbol, nos dice, vive también el mar y nuestras ansias de vivir. Al morir retornamos a ese árbol infinito, a ese árbol amante y silencioso, a esa nuestra casa, a lo que quizás fuimos.
    Es ya en la segunda parte del libro en el que aparece un magnífico poema entre los muchos que contiene el libro, titulado "Mudanza" en donde el sujeto poético parece avanzarnos un mensaje interior y nos transmite una verdad amarga que surge de la duda, porque la duda es siempre más auténtica que cualquier seguridad, cuando se habla de la existencia humana. Porque a pesar de toda la riqueza de esos laberintos, sí que hay una implacable certeza, al final del camino está siempre la muerte. Y el jardín, parece expresar el sujeto poético, puede también ser ese juego maravilloso de la palabra, que hace surgir la belleza, la creación poética, un entretenimiento nada banal, del que se puede alimentar la esperanza para seguir viviendo: "Siempre viví a extramuros de mí mismo. / Más allá de la verja/ que establecía el límite sonoro de la fronda/ escuchaba el jardín" (…) "Vivir no es garantía de aprender a vivir:/ es el conocimiento lo que nos hace efímeros. / Y así, mientras creemos distraer la memoria / con juegos malabares y fábulas antiguas, / se nos pasan los años sin que nos demos cuenta / de que todo es afuera, que es solo la esperanza / lo que nos vive dentro del jardín." (p.30-31). Es curioso cómo en la sexta parte titulada (El estanque) y en su último poema "Peristilo" cuya posible definición es la de un porche de cuatro lados con columnas que puede rodear un jardín interior, cómo muchas veces el jardín, la vida queda protegida, resguardada de todo lo negativo y entonces podemos aún creer o soñar, podemos preguntarnos como el yo poético: "¿Por qué no pensar que al fin seremos árboles, / por qué no desearlo, / por qué no confiar en la misericordia del destino?" (p.74).
    El poema que cierra el libro se titula "Alegato" que significa exposición razonada, en defensa de alguien o algo. Y parece una autoafirmación en la esperanza de la utopía que necesitamos para seguir viviendo, para levantarnos, para seguir creando o floreciendo como el árbol, que sin moverse de sus propias raíces, ha sido capaz a través del yo poético de este viaje hacia dentro y hacia afuera, y a su vez viaje del yo poético a través del árbol, para mostrarnos la belleza que hay en las verdades siempre relativas que las palabras nos van desvelando, como si tuvieran vuelo propio, porque la escritura poética es conocimiento que a veces estas revelan al propio poeta y conocimiento de sí y del mundo, pero también experimento y riesgo: "Sé que fui árbol, sé / que algo de árbol me queda todavía /" (…) "No sé vivir sin cuatro cosas simples:/ sin luz, sin aire fresco, / sin lluvia en primavera y sin sol en verano. / Si me han de recluir, sólo les pido / que el lugar tenga patio." (p.83)

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