MOONLIGHT
Para Anna G.R.
Envuelta en la penumbra,
tiembla la débil llama de una vela.
Se hielan las agujas
ancladas en la esfera
y yerto calla el péndulo su infalible sentencia.
Ha tiempo decidiste
no dar cuerda al reloj para que el tiempo
fluya y se extinga libre
de tictacs y goteos
que alteran tu tranquilo caminar al silencio.
Desgrana la sonata
sus tres tiempos, adagio, allegro, presto.
Tú tienes la mirada
en el balcón y el cerco
de tus labios musita: La luna está subiendo…
El valle yace en densa
oscuridad. Un tenue claror traza
la áspera silueta
de sierras y montañas…
y se asoma menguante, amarillenta, ajada.
Sales de tu cubículo
cual viejo lobo triste e imaginario;
y con el cuello erguido
y ojos emocionados
pareces invocarla con la unción de un pagano.
Ella sigue su ruta
astronómicamente programada.
Tú sigues en la luna.
El valle duerme en calma
y en el prado, un rijoso coro de grillos canta.
-- ¿Qué haces en la terraza?
Vamos adentro, estás cogiendo frío.
Y la voz se te abraza
y te arrastra consigo.
-- Es que estaba…
-- Lo sé, por la luna perdido.
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