HACIA LAS HORAS CUMPLIDAS
Dónde quedó tu voz,
la que resonaba bajo las frescas bóvedas de la cava,
o en la habitación de palo rosa en cuyo espejo mágico siempre apareces bella,
la de plata y cristal,
aquella cuyo sonido era el mismo que la melodía de tu corazón curioso.
Apenas ya la oigo.
Tras la puerta, su claridad iluminaba tus paisajes como nieve,
pero al salir al mundo
se volvió áspero barro,
enturbió sus palabras,
patinó en los infinitos círculos de los discos rayados,
fascinada por el brillo negro y afilado del vinilo
hasta agotarse.
Regresa a casa,
léeles cada poema dos veces a tus fantasmas
para que te recuerden quién eres.
Ve y vuelve. Ve y vuelve
con tu voz de barro, cristal o plata,
Canta palabras desafinadas o hazlas vibrar en una nota purísima,
sin saber qué surgirá cuando entreabras los labios para pronunciarlas,
y que tu corazón te arrastre a hacer viajes de amor,
a poner en peligro la quietud del sofá y del cerrojo bien echado
hasta que, al final, no quede nada por exprimir
ni que guardar en el cofre del tesoro
y toda tu herencia ande desparramada sobre la tierra.
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QUÍMICA SILENCIOSA
Siempre que una última vez
se desliza como el ladrón
y se lleva una parte del paisaje
de mis días,
pierde mi cuerpo una cucharadita de su materia.
Se esponja entonces el espíritu
para restañar el mordisco
inadvertido
y me vuelvo más parecida al éter
aunque yo no lo sé
todavía.
Llegan las nuevas flores,
acarician los rayos de sol las mañanas,
nacen los niños que nos empujan,
regresan amistades antiguas,
otras se estrechan
- nada se escucha de los olvidados -,
escribo unos versos que nunca había escrito
mientras me voy poquito a poco.
Química silenciosa
con la que se construye el alma
a partir de los jirones de una sustancia
desconocida.
Y yo respiro,
apremiada y mecida por esta metamorfosis,
dejando que el destino
se haga en mí.
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