ESTA TARDE DE OTOÑO
Esta tarde de otoño,
como un viejo disfraz de lentejuelas,
las hojas de los chopos
juegan y coquetean
con los rayos del sol que se pone en la sierra.
Basta una brisa suave
y una lluvia de vanos oropeles
palpitan en el aire,
aletean, descienden,
se posan en los prados y en el río se mecen.
Y las sombras avanzan.
Baja de los tejados el entrañable aroma
de la leña quemada.
El humo asciende, flota
y se deslíe sobre la aldea silenciosa.
Y las sombras avanzan.
Pronto caerá la noche sobre el valle,
y el río, las montañas,
los prados y los árboles
se irán desvaneciendo hasta velarse.
Oirás la intermitente
serenata del viento en la arboleda,
el idilio perenne
del agua con las piedras,
el insomne gemir de la hojarasca yerta,
que en juego cruel el viento
persigue y arrincona en los recodos
de las calles del pueblo.
Y sentirás de pronto
el arañazo agudo del relente en tu rostro;
y tal vez te estremezca
como un temblor de hielo por la nuca,
y busques la tibieza
del hogar, la ternura
del abrazo que espera en la penumbra.
Y al olor de sus cabellos,
y al pálpito sereno de su espíritu,
y al humo del recuerdo,
y al goteo fluido
de un nocturno de piano, te quedarás dormido.
Y mécete en el sueño.
Ya escribirás mañana sin angustia
estos sombríos versos,
lentejuelas caducas
que irán cayendo al fondo de la gran arca oscura.
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Santa Fe del Montseny
ENRIC VELO
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