LA NÁYADE1
Llenaste el abismo de amor
convirtiéndolo en un lago terso
de tan decisiva belleza
que hasta podría ahogarme en él
si resultara ser
imprescindible.
Me declaro amante rebelde,
enlazada voluntariamente
por guirnaldas de flores
que me gusta tejer a tu lado,
cielos reverberados en el agua,
descensos a los túneles ardientes de la tierra
y el hechizo provocador
de tu sonrisa.
Me tomas de la mano
en este amanecer sin hora,
siento tus labios callejeando por mis dedos.
No sé qué nos aguarda.
Sin piedad, la alborada nos convoca,
despliega sus añiles, sus rosas, sus dorados
como ofrenda cortés, antes de alzar su luz
sobre las aguas.
Vamos ya, amor,
no nos demoremos,
dejemos en la hierba nuestras ropas
y descendamos buceando juntos,
entre plantas acuáticas y terrestres fisgones
sorprendidos por la inundación,
a ese fondo insondable
donde está la respuesta a las preguntas
que no tienen respuesta
y las adivinanzas
encuentran soluciones nunca oídas.
Fuguémonos ya, amor,
que a estas alturas
el destino no espera.
1Náyade: Ninfa de la mitología grecolatina que vivía en los ríos, en los lagos y en las fuentes
|
EL TUÉTANO DEL RUIDO
El tuétano del ruido es el silencio puro
en cuya esencia misma se enraíza la vida.
Nos vertebra el misterio que no admite medida.
Nos derrama el tornado del derrumbe más duro.
Rotos los planos, brillas como única mirada.
Muerta la casa, campas como único destino.
Arrasada la hacienda, como el solo camino
que no conduce al fondo de una inocencia vana.
No descanso en la nada, mas la nada me lleva
a la profunda sima de tu presencia última.
Allá, el tiempo y el mundo mutan en desvarío,
carece de importancia el cáliz que yo beba
y el cuento de mi vida halla su clave lúcida:
mi corazón es tuyo como si fuera mío
|