NOCTURNO VI
Silente, blanca y fría,
la luna se alza,
triste oblea de nieve
tras las montañas
Tú duerme, amada,
que tus sueños discurran
sobre la almohada.
Como amante que huye
en la noche oscura,
furtiva se desliza
por la penumbra.
Sigue durmiendo,
amada, que mis ojos
velan tu sueño.
Su palidez riela
en los remansos
del río que se enrosca
ronroneando.
Amada mía,
es tu aliento susurro
de dulce brisa.
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Acaricia su velo,
escarcha tenue,
las copas de los árboles;
las hojas duermen.
No te despiertes,
amor; que con mis ojos
beso tu frente.
Un tumulto de estrellas
ríen divertidas.
Marte mira severo
rojo de envidia.
Yo te contemplo.
Ay, amada, ¿seré
parte en tus sueños?
Su aventura nocturna
la luna sigue;
ay, la larga vigilia
mis ojos rinde.
Hazme, amor mío,
un lugar en tus sueños
que estoy perdido.
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