VIGILIA
Escribiré con lodo
el acontecer de mis días de entonces,
enredados en ramajes
de arbustos sin nombre,
días en que una noche de insomnio
resulta ya para siempre
una noche no vivida,
y su mañana entre ensueños
otro día sin comienzo.
El silencio, la vigilia,
el sueño de los otros,
y los huesos, fríos,
su dolor golpeando puertas
que nunca se abren.
Todo el entorno en suspenso
sin tan solo osar la irreverencia
de exhalar un lamento.
DOLIENTE ESPERA
Me abismo en el silencio
de la cerrada noche,
tan distante aún del canto
temprano de las aves,
y siento que me está vedado
en esta oscuridad
rendir mis penas a la luna.
En mi doliente espera
me serviré del fragor de las hojas
y del plateado filo de algún tenue reflejo
para atisbar la llegada de la luz
que, con lentitud previsible,
vaya gravitando por encima
de otras espaldas más confiadas
y me devuelva al reino seguro
de la claridad y la certidumbre.
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ENRIC VELO
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