¿QUÉ HACES EN SILENCIO?
No he callar, por más que con el dedo
ya tocando la boca, ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
F. de Quevedo
-¿Qué haces en silencio
oculto entre las sombras de tu espíritu
como búho siniestro,
resignado y pasivo?
¿Por qué tus ojos son de hielo umbrío?
(El búho parpadea,
se remueve, ahueca su plumaje
e insinúa una mueca.
Luego sin inmutarse:)
-¿Me estás pidiendo, ruiseñor, que cante?
-Quizás no lo recuerdas,
pero hubo atardecer en que cantabas
con serena cadencia
canciones y baladas
en palabras de barro moldeadas.
-Lo hubo sí, lo hubo.
Entonces yo creía en la quimera
de vivir en un mundo
en que nadie a la fuerza
se inclinaba ante dios, patria o bandera.
Los mitos eran cuentos
y un amargo recuerdo nuestra Historia.
Mas estábamos dispuestos
a pasar esas hojas
y escribir un futuro de concordia.
Entonces sí cantaba.
Pero han vuelto los himnos, los desfiles,
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las banderas, las patrias,
ese aviso temible
de "traidor, ten cuidado lo que dices".
Oigo en mi entorno voces
que proclaman "patriota hasta la muerte",
y los mitos son dioses
y el ser humano debe
rendirles pleitesía y doblegar su frente…
¿Cómo puedo cantar?
Mis palabras se encallan en la arena
del miedo y la ansiedad.
-¿El miedo? No recuerdas
el non serviat que un día fue tu lema?
Y nunca he olvidado
con qué solemnidad iba tu dedo
de la sien a los labios
recitando a Quevedo:
No he de callar por más que con el dedo…
(El búho se incomoda.
¿Piensa tal vez? ¿Por qué cierra los párpados?
¿Su corazón se enroca?
¿O quizás el pasado
despierta en su conciencia nuevos cantos?
Abre serenamente
los ojos y un susurro casi ahogado
en las sombras se mece.)
-No he de callar, hermano,
aunque sean inútiles mis cantos.
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