ALGA Revista de Literatura
nº79 - otoño 2018




Dirección:

  • Goya Gutiérrez

    Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Goya Gutiérrez
  • Enric Velo

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
      Foto de la Galería Naturaleza
      de Juan González Diz

    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Páginas centrales

    TALLER DE LITERATURA


    Antología poética: Jaime Siles

    Introducción por Henry GIL
    Selección de poemas por Jaime Siles

    Introducción: IPSA SED ALTERA, ALTERA SED IPSA por Henry GIL
    Biobibliografía de Jaime Siles
    Selección de poemas por Jaime Siles


    ANTOLOGÍA

    TRAGEDIA DE LOS CABALLOS LOCOS

    A Marc Granell

    Dentro de los oídos,
                                   ametralladamente,
    escucho los tendidos galopes de caballos,
                 de almifores perdidos
                                                    en la noche.
    Levantan polvo y viento,
                                           al golpear el suelo
    sus patas encendidas,
                                      al herir el aire
    sus crines despeinadas,
                                         al tender como sábanas
    sus alientos de fuego.
    Lejanos, muy lejanos,
                                      ni la muerte los cubre,
    desesperan de furia
                                  hundiéndose en el mar
    y atravesándolo como delfines vulnerados de tristeza.
    Van manchados de espuma
                                               con sudores de sal enamorada,
    ganando las distancias
                                       y llegan a otra playa
    y al punto ya la dejan,
                                       luego de revolcarse, gimientes,
    después de desnudarse las espumas
                                                            y vestirse con arena.
    De pronto se detienen. Otra pasión los cerca.
    El paso es sosegado
                                    y no obstante inquieto,
    los ojos coruscantes, previniendo emboscadas.
    El líquido sudor que los cubría
            se ha vuelto de repente escarcha gélida.
    Arpegian sus cascos al frenar el suelo que a su pie se desintegra.
    Ahora han encontrado de siempre, sí, esperándoles
              las yeguas que los miran.
    Ya no existe más furia ni llama que el amor, la dicha de la sangre,
    las burbujas amorosas que resoplan
          al tiempo que montan a las hembras.
    Y es entonces el trepidar de pífanos, el ruido de cornamusas,
           el musical estrépito
    que anuncia de la muerte la llegada.
    Todos callan. Los dientes de golpean quedándose
    soldados.
                    Oscurece. La muerte los empaña, ellos se entregan
    y súbito, como en una caracola fenecida, en los oídos escucho
    un desplomarse patas rabiosas, una nueva de polvo levantado por crines,
    un cataclismo de huesos que la noche se encarga
             de enviar hacia el olvido.

    (Génesis de la luz, 1969)

    BIOGRAFÍA

    Mi ayer son algas de pasión,
    luces de espuma.
    Y una arena insaciable que devora
    los cuerpos submarinos.
    Un cielo blando donde beben
    las palomas sin rumbo del estío.

    (Biografía sola, 1971)

    DAIMON ATOPON

    A Marifé y Pepe Piera

    I

    Se te puede buscar bajo un ciprés de espuma,
    en los dedos del aire, metálico del sueño,
    en un volcán de pájaros incendiados de nieve
    o en las olas sin voz de los peces de plata.

    Te ocultas en los ríos,
    en las hojas de piedra,
    en las lunas heladas.
    Vives tras de las venas,
    al borde de los dientes,
    invisible en la sangre, desnuda, de la aurora.

    Te he visto muchas veces arder en los cristales,
    saltar en las pupilas,
    consumirte en los ecos de un abismo innombrable.

    Tu sombra me dio luz,
    acarició mi frente,
    se hizo cuerpo en mi boca.
    Y tu mirada quema, relámpago de hielo,
    humo en las cejas,
    lava.

    II

    Árbol de olvido, tú,
    cuerpo incesante,
    paloma suspendida sobre el vértigo.

    Hay una sal azul tras de tus cejas,
    un mar de abierto fuego en tus mejillas
    y un tic-tac indecible que me lleva
    hasta un profundo dios hecho de espuma.

    Y es otear el aire,
    arañar el misterio,
    acuchillar la sombra.

    Y te voy descubriendo,
    metálica mujer, entre el espino:
    un murmullo de sangre transparente
    en el rostro perdido del silencio.

    III

    Por ti la luz asciende a mediodía,
    arena prolongada hasta mis labios,
    hilo de tierra ardiente y presurosa
    donde el espacio brota más intenso.

    Es un géiser de espuma,
    de interrumpida lava,
    de paloma incompleta
    que multiplica el aire en dimensión de voces.

    Todo es música, nota, diapasón.
    Hasta los cuerpos, en la nada, suenan.

    (Canon, 1973)

    HYPNOS Y THANATOS

    Para Mario Hérnandez

    Thanatos.- Por mí el silencio con sonido rompe
                    los latidos, los cráneos, las frentes
                    y en un agua de mármol los cuerpos se transforman
                    en permanencia vítrea y en tránsito.

    Hypnos.- Tú y el silencio sólo sois un nombre,
                    una palabra que nada atrás encierra,
                    pues qué, de quién, en dónde ha sido nada
                    y nada ha sido de qué, de quién, en dónde.

    Thanatos.- Y tú, sin más, eco de joven voz un día has sido,
                    torpe deseo que al mismo ser se enfrenta,
                    ebriedad que ansía lo que no fue y pudo
                    existir una vez, quizá, en la memoria.

    Hypnos.- De la roca reviértenme los dardos
                    y contra mí, veloces, se eternizan.
                    Siento crecer de ti hasta mí las alas
                    que en movimiento duran
                    y en el tiempo.
                    Pero también existe otra presencia,
                    otro susurro lento y sigiloso.
                    Si fui de ti y contra mí me llevas,
                    contra ti y hacia mí, despacio yo
                    te traigo.

    (Alegoría, 1977)

    MÚSICA DE AGUA

    El espacio
    -debajo del espacio-
    es la forma del agua
    en Chantilly.

    No tú, ni tu memoria.
    Sólo el nombre
    que tu lenguaje escribe
    en tu silencio:

    un idioma de agua
    más allá de los signos.

    ESPEJO

    Miro tu espejo
    lleno de ojos grises.
    La luz los arrebata.
    Sólo el eco
    puede llenar
    de sombras
    el cristal.

    DISOLUCIONES

    A Manuel Álvarez Ortega

    Cada cosa repite cada letra
    que multiplica el mar en cada gota.

               La página a su ser
               vuelve siempre a no ser
               espejo de ese blanco
               en el que llega a ser

               la disyunción, la línea,
               la coma siempre ígnea,
               lo que vuelve a volver
               a nunca ser su ser.

    Un espejo vacío y un abanico blanco
               la grafía ya es
    abanico vacío en el espejo blanco
               que cada cosa es.

    LA TIERRA DE LA NOCHE

    La noche te escribe,
                                  te transcribe,
                                  te inventa.
                                            Así,
                                                          sobre el papel,
    lienzo tan sólo,
                             tiempo:
    papel donde la noche
    abriera sólo
    la tierra de su efigie,
    la figura,
    el cuerpo del que brotan
    los invisibles signos.
                  La
    Tierra de la noche
    la Terra della Notte,
    terracota o destino
    o escritura que inventa
    lo distante de ti,
    lo más allá de ti:
    alfabeto nocturno de la nada.

    (Música de agua, 1983)

    TORRE DE LA MAGISTRAL,
    VISTA DESDE SANTA CATALINA
    (ALCALÁ DE HENARES)

    A Javier Casado

    Líquidos cielos, cimbrias, catedrales,
    barbacanas, adarves y dovelas,
    columnas sustentadas sobre espuelas
    que domeñan espacios siderales.

    Geminadas volutas, ideales
    arquivoltas resueltas en griselas,
    plintos donde las llamas de las velas
    a la tierra devuelven sus metales.

    Cima en la luz, perímetro preciso,
    cristal azul en el paisaje impreso,
    ojo de sal en el color inciso,

    tatuaje del iris siempre ileso,
    volumen a sus vértices sumiso,
    rayo de transparencia en piedra preso.

    PROPILEO

    A ti, idioma de agua derrotado,
    a ti, río de tinta detenido,
    a ti, signo del signo más borrado,
    a ti, lápiz del texto más temido,

    a ti, voz de lo siempre más negado,
    a ti, lento silencio perseguido,
    a ti, este paisaje convocado,
    a ti, este edificio sugerido,

    a ti, estas columnas levantadas,
    a ti, los arquitrabes reflexivos,
    a ti, las arquivoltas consagradas,

    a ti, los arbotantes disyuntivos,
    a ti, mar de las sílabas contadas,
    esta suma de sones sucesivos.

    (Columnae, 1987)

    IPSA, SED ALTERA; ALTERA, SED IPSA

    Todo discurso es circunferencia
    del discurso, que siempre es referencia
    a la lengua que ese discurso es.

    De manera que toda referencia
    al discurso será circunferencia
    del discurso en que esa lengua es.

    GLOSA A GRACIÁN
    (Agudeza y arte de ingenio, Discurso XXXI)

    A Aurora Egido

    Tal vez haya después y tal vez gloria
    en el después, después que la memoria
    haya leído sus letras al revés.

    Tal vez haya revés en esa gloria
    una vez y después que la memoria
    haya leído las letras del revés.

    Tal vez haya después en la memoria,
    si las letras que forman esa gloria
    son al revés, después de ese revés.

    Y tal vez el revés sea la gloria,
    si las letras que lee la memoria
    son el después, después de ese después.

    (Poemas al revés, 1987)

    HIMNO A VENUS

    Amor bajo las jarcias de un velero,
    amor en los jardines luminosos,
    amor en los andenes peligrosos
    y amor en los crepúsculos de enero.

    Amor a treinta grados bajo cero,
    amor en terciopelos procelosos,
    amor en los expresos presurosos
    y amor en los océanos de acero.

    Amor en las cenizas de la noche,
    amor en un combate de carmines,
    amor en los asientos de algún coche,

    amor en las butacas de los cines.
    Amor, en las hebillas de tu broche,
    gimen gemas de jades y jazmines.

    (Semáforos, semáforos, 1990)

    EL LUGAR DEL POEMA

    No está el poema
    en las oscuridades del lenguaje
    sino en las de la vida.
    No está en las perfecciones de su cuerpo
    sino en las hemorragias de su herida.
    No está donde creíamos que estaba
    ni es una imagen única ni fija.
    Está por donde huye lo que amamos:
    está en su despedida.
    Es decirnos adiós nosotros mismos
    al cruzar cada vez la misma esquina.
    Es la página que mueve sólo el tiempo
    con su tinta igual pero distinta.
    No está el poema, no, en el lenguaje
    sino en el alfabeto de la vida.

    (Himnos tardíos, 1999)

    EN OTRA SALAMANCA

    A Juan Luis Fuentes Labrador

    Tomo la página de un libro
    movida por el viento ante los ojos
    pasó el fantasma de nuestra juventud
    y su realidad, que es lo que evoco
    y que me lleva a un tiempo que soy yo,
    que era yo, que he sido yo
    en la perfecta agilidad del aire,
    cuando todas las cosas tenían su interior
    y se oía un movimiento oscuro
    sonar en lo profundo de las hojas
    y era sabia la luz y sabio, el ser,
    y el tiempo, un claroscuro
    sin antiguos espejos reflejando su fondo.
    Cuando todo tenía presencia y gracia,
    misterio y solidez. Cuando
    no se había instalado aún el mecanismo,
    tan torpe como fiel, de la costumbre
    y se veía el mundo como un todo sin nombre
    y las cosas, como
    la inexpresada música de agua
    que era el exacto idioma
    de aquella íntima y compacta relación
    que ahora echo de menos y que busco,
    porque el hombre sólo conoce lo imperfecto
    y nunca sabe en qué momento de su vida
    recibe la visita de su demonio o de su dios.
    Nunca lo sabe. Tampoco yo lo supe,
    porque la juventud ignora lo perfecto.
    Por eso ahora recorro este camino
    de imágenes lejanas que me llevan,
    al que estoy siendo
    en esta tarde también de Salamanca
    en que el sol y la piedra
    me conceden su brillo
    y yo vuelvo a sus torres
    envuelto en la caricia de aquel único oro
    que el tiempo ha ido puliendo en mí como un cristal.
    Mendigo de su espacio, limosna de su luz es lo que siento.
    En otra Salamanca pasó mi juventud.

    (Pasos en la nieve, 2004)

    POÉTICA-DEDICATORIA

    Aquel acto de habla
    que lleva las palabras
    más allá del lenguaje,
    más allá del pensar;

    que cree que lo que dice
    no lo dice quien habla
    sino que es pronunciado
    por otra identidad,

    por la que quien nos habla
    se disfraza de habla
    para que la palabra
    se quite su disfraz

    y lo que quede sea
    el yo de lo que habla
    al yo de la palabra
    que nunca es nadie más.

    A ese yo del habla
    que es todas las palabras
    más allá del lenguaje,
    más allá del pensar,

    donde el poema habla
    sin voz y sin palabras
    un extraño lenguaje
    que es otra identidad.

    Al balbuciente dios
    de todas las palabras
    que enmudece su habla
    y oculta su callar.

    Al dios que ya es el habla
    de las mismas palabras
    y a ti, Ignacio
    Prat.

    (Colección de tapices, 2008)

    PLAZA DE SAN PEDRO EN FARO

    A Manuela y Nuno Judice

    En esta plaza de San Pedro en Faro llueve
    no se sabe si flores o si pájaros.
    Junio extiende su tinta sobre el suelo
    como la sombra el sol en el espacio
    y la muerte aparece en la penumbra
    como el óxido en las cadenas de los barcos.
    Flota en un ritmo lento la mañana
    mientras todo se va emborronando :
    esta visión del día es otro día,
    y este ahora borroso antes fue claro.
    Desaparece todo lo que veo:
    se abisma en la región de lo lejano
    y yo me voy quedando en esta plaza
    como un lento jardín difuminado
    donde podré perderme o me he perdido,
    donde podré buscarme y ser hallado
    no en este lado de la plaza, no - en otro
    como el líquido vuelo de los pájaros
    que se beben la tinta de la tarde
    y atraviesan sus sombras muy despacio.
    Como ellos en mí, así atardezco
    en esta plaza de San Pedro en Faro :
    cuando vuelva la luz seremos sólo,
    como estas flores y como estos pájaros,
    una lluvia de nácar violeta
    en esta plaza de San Pedro en Faro.

    (Desnudos y acuarelas, 2009)

    BAJO LA LUZ DEL NORTE

    Only in darkness is thy shadow clear
    Hart Crane

    Ya casi está la tarde
    como el magnolio en Dresde:
    con un color de malva
    azul o rosa o verde.

    Está tibia la luz esta mañana
    de primavera en que ,
    como en mi propia vida,
    todo renace, resucita y vuelve.

    Atrás queda dormido
    un aire espiriforme que disuelve
    en el perlado flujo de su río
    el líquido legado de la muerte.

    Sólo tenía dentro de los ojos
    el nacarado níquel de la nieve
    y, sin embargo, no nevaba
    porque era marzo y primavera en Dresde.

    Pero dentro de mí se abría paso
    un blanco derretido por la fiebre
    y la retina removía lenta
    el lienzo musical del Veronese.

    ¿De qué remoto mundo me venía
    este mosaico sobre fondo verde
    que mezcla imágenes de ayer con las de hoy
    y las extiende sobre mí y mece

    en este flujo múltiple que veo
    dentro de mí fluir y sucederse,
    mientras las borra algo que no veo
    y sólo en claroscuros aparece?

    No es una ruta fácil el camino
    que ha de seguir la luz hasta perderse
    como yo esta mañana me he perdido
    en la Alte Galerie de Dresde.

    Porque se pierde el hombre. Sí: se pierde
    cuando todo empieza a sucederse
    y nada es lo que ha sido, y está siendo
    únicamente en el instante éste

    en que leo, en un cuadro de Rembrandt,
    Saskia van Uylenburg als Mädchen.
    Nada hay en un museo que no sea
    gastada luz y repetido serse.

    Por eso el yo divaga por el limbo
    sobre el color de claridad celeste
    cuando las horas y los días pasan
    por el único ónice terrestre

    en el que la antracita de la vida
    no los hace perderse,
    sino que los devuelve transformados
    en un terso diamante transparente

    dentro del cual espacio y tiempo,
    color, materia y forma trasparecen,
    como yo, al ver ayer
    este magnolio japonés en Dresde:

    se han caído algunos de su pétalos
    blancos y rosas por el aire leve,
    pero no se han perdido si los salva
    este poema de marzo eterno en Dresde.

    Que sus flores se fundan para siempre
    con el nácar y el níquel de la nieve
    como me fundo yo en mi memoria
    con esta imagen de la luz de Dresde
    por la que voy llegando hasta mí mismo
    por un camino cada vez más breve.

    (Horas extra, 2011)