VIERNES SANTO
Cae la tarde suave
como la caricia
de una dulce amante.
El silencio denso
y la luz que huye
engañan al tiempo.
El paisaje leve
símbolo se torna
de toda memoria.
Cae la tarde suave,
han muerto los dioses
y se encoge el aire.
LA LUMBRE
A mi abuela
H
oy he cumplido años,
cincuenta y siete,
un día triste y frío
amamantado por la lluvia
me recuerda aquellos inviernos
al amor de la lumbre.
La lumbre en que mi abuela
por la vida encorvada
-cabello blanco sobre ropa negra-
disponía las trébedes
sobre las cepas humeantes
bajo la paja.
Sentada en su rincón,
con el plato y la hogaza en el regazo,
migaba lentamente,
como en un ritual,
el pan para la sopa.
Yo, que era un chiguito,
como dicen allí,
la contemplaba absorto
mientras ella faenaba
junto a la lumbre.
Esa lumbre que en la noche
yo atizaba con el fuelle
y se encendían las brasas
que brillaban como estrellas
en un cielo de ceniza.
También mi cara
resplandecía
mientras afuera la nieve
caía lentamente,
como en un ritual,
sobre el nocturno páramo.
Hoy he cumplido años,
cincuenta y siete,
pero aún siento el calor y el olor
de aquella lumbre.
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ENRIC VELO

JUAN GONZÁLEZ DIZ
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