DESPIDO
No sabía que podían despedirla.
Habían creado un paraíso para ella.
Un puesto de trabajo.
Tenía que contar cada día
las aves, las cigüeñas, las serpientes
-ah!, las serpientes!-,
los nenúfares sobre la plata movediza,
las siemprevivas, las manzanas
-ah!, las manzanas!-,
los hombres. (Con un uno bastaba),
los monos, los zorros.
No sabía que podían despedirla
con una carta de agravios
para toda su remota descendencia.
Salió erguida al descampado.
Tuvo que improvisar su atuendo:
una cálida piel de zorro.
Fuera hacía mucho frío.
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BENDICIÓN
Te beso y beso el agua.
Lo bendigo en tu nombre.
Gracia que fluye
entre suaves burbujas.
Como el agua vivir, solo en el tacto.
Salto en cascada. Me remanso.
Todo lo puede el líquido mutable.
Agua ancestral
arraigada en la entraña,
Tus brazos, columnas transparentes,
resisten todos los embates
del tiempo y de su furia.
Flotamos en aguas
que se han evaporado.
Fuente. Raíz.
Ahí está todo.
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