I
Tus espasmos de locura irrumpen atrevidos
en la niebla de mi cuerpo cobijado.
Se colaron quiebros del hielo de tu alma
en las fosas de mis ojos que quemaste con tu frío.
Los empujes de razón zozobran
en la barca del destierro
que mi mente fabrica cada día.
Arrecifes a porfía sujetan las llamas
que no puede beber mi mar.
Océanos de tinieblas pueblan tu brillo
con la premura del tiempo reducido.
Siento la noche en mis talones,
mas respiro con esta perla de sangre,
ofrenda de las diosas quebrantadas,
que guardo tan secreta.
Tantos males que se hacen con querer
que es mejor cortarse los abrazos,
taparse las palabras
y arrastrar de un hilo el corazón,
lejos de los pies
pero a esa altura.
Tantos daños que se hacen con amor
que es mejor disecar los besos en un libro,
embalsamar promesas en la almohada
y apagar el alma
para no guardar nada.
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