Antología de poetas italianos de los siglos XX y XXI
traducidos al castellano y catalán
Traducciones del italiano: Carlos Vitale, Rodolfo del Hoyo y Eduardo Margaretto
Eugenio Montale
(Traducción del italiano: Eduardo Margaretto)
EUGENIO MONTALE (Génova, 1896 - Milán, 1981) Enfrentado directamente al fascismo, firmó un famoso manifiesto de intelectuales que se oponían al régimen y durante la II Guerra Mundial hospedó en su casa a escritores perseguidos como Umberto Saba y Carlo Levi. Crítico de música en el Corriere della Sera y traductor de Cervantes, Melville, Twain o Faulkner, obtuvo el Premio Nobel en 1975.
He bajado, dándote el brazo, al menos un millón de escaleras
y ahora que no estás es el vacío a cada escalón.
Y así de breve ha sido nuestro largo viaje.
El mío dura todavía, pero no me sirven ya
las coincidencias, las reservas,
las trampas, las afrentas de quien cree
que la realidad es sólo la que vemos.
He bajado millones de escaleras dándote el brazo
y no porque cuatro ojos quizás pueden ver mejor.
Contigo las he bajado porque sabía que de nosotros dos
las únicas y verdaderas pupilas, aunque muy ofuscadas,
eran las tuyas.
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Ho sceso, dandoti il braccio, almeno un milione di scale
e adesso che non ci sei è il vuoto ad ogni scalino.
Anche cosí è stato breve il nostro lungo viaggio.
Il mio dura tuttora, né piú mi occorrono
le coincidenze, le prenotazioni,
le trappole, gli scorni di chi crede
che la realtà sia quella che si vede.
Ho sceso milioni di scale dandoti il braccio
non già perchè con quattr'occhi forse si vede di più.
Con te le ho scese perchè sapevo che di noi due
le sole vere pupille, sebbene tanto offuscate,
erano le tue.
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Quizás una mañana caminando en un aire de cristal,
árido, al girarme, veré cumplirse el milagro:
la nada a mis espaldas, el vacío tras
de mí, con un terror de borracho.
Luego como en una pantalla, se ofrecerán de golpe
árboles casas colinas para el consabido engaño.
Pero será demasiado tarde; y en silencio me iré
entre los hombres que no se giran, con mi secreto.
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Forse un mattino andando in un' aria di vetro,
arida, rivolgendomi, vedró compirsi il miracolo:
il nulla alle mie spalle, il vuoto dietro
di me, con un terrore di ubriaco.
Poi come s'uno schermo, s'accamperanno di gitto
alberi case colli per l'inganno consueto.
Ma sará troppo tardi; ed io me n'andró zitto
tra gli uomini che non si voltano, col mio segreto.
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