CAMAFEO
Para Daniel Marín
Dani, lo primero es lo increíble, lo imposible, lo inconcebible, lo inefable, y conozco mi impostura torpe y banal al querer escribir lo inefable.
Dani, esto que escribo es distinto. Porque nada de lo escrito puede decir lo que no puedo decir. Porque nada de lo escrito puede decir lo que no puede decirse. Porque nada de lo que se puede escribir puede decir lo que no pudiste decir.
Dani, soñé contigo, Eloi soñó contigo, solo puedo decir la pregunta para la que ya tengo una respuesta. Preguntar por qué es una forma de indignación, de rechazo, incomprensible.
Dani, de ti me queda la risa franca y sonora, la media sonrisa pícara, la soltura, la fuerza, la desenvoltura, la afición por los Lucky Strike y el Jack Daniels, la nobleza, sobre todo la nobleza, la nobleza real, la bondad infinita, la hospitalidad inagotable, la bondad, la memoria irlandesa, la bondad, los insultos en inglés americano, la bondad, el reclinarse en la silla con un brazo tras el respaldo empezando una historia por "¡Eh! ¿Pues sabes qué?", la bondad, la espera enfrente del café Zürich porque siempre llegabas tarde, la bondad, el andar imponente y resuelto, la bondad, el interpelar a alguien gritando "¡Tú!", la bondad, la mirada aguda y la inteligencia afilada, la bondad, la risa franca y sonora, la bondad, tu risa franca y sonora, tu bondad, tu risa franca y sonora, tu bondad, tu risa franca y sonora, tu bondad, tu risa franca y sonora, tu bondad, Sons of Anarchy (al final arrastramos a Eloi a nuestro vicio), tu bondad, ese acento escocés ininteligible, tu bondad, tu completa indiferencia al lugar donde estuviéramos mientras fuera conmigo, tu hospitalidad olímpicamente desmesurada, tu bondad, las conversaciones compuestas por citas de malas películas, tu bondad, tu temperamento guerrero, tu sensibilidad soterrada e incalculable que me dejaste avistar una mañana al teléfono, tu bondad incomprensible, infinita, eterna - renunciaste a todo antes que a tu bondad - tu hidalguía, tu bondad. Esa es tu herencia. Eso y tu dolor.
Aquellos que son buenos y honestos son los menos en este mundo, y como tal, los inaceptables. Cuidaré siempre de los míos, por encima de todo, los amaré y los protegeré. Hablaré siempre con franqueza. Estaré listo para la pelea, el hombre bueno debe ser capaz de violencia. Seré hospitalario, practicaré la bondad entera con los míos. Esa es tu enseñanza.
Mi padre lloró en tu entierro. Mi padre lloró abrazando a tu padre. Eloi lloró en tu entierro. Eloi lloró abrazándome. Yo lloré. Lloré abrazando a mi padre, lloré abrazando a Eloi, lloré escuchando a tu padre, lloré escuchando el canto de cada entierro, lloré viendo tu ataúd, lloré sabiendo que estabas dentro, lloré no viéndote, lloré de saber por qué no te veía, la injusticia infinita del mundo se cierne sobre nosotros, cuidaré de los míos, te lo juro, mi hermano, supongo que es lo que hubieras querido aunque fuiste para mí un hermano y un misterio, tú y Eloi, mis hermanos más antiguos, yo y Eloi, qué hacemos ahora, qué hago ahora, qué hace Eloi ahora, incubé los lloros durante cuatro días, Daniel, yo te amo, yo cuidaré a la gente a la que amo, yo protegeré a la gente a la que amo - pero de qué me sirve proteger a las personas a las que amo si no pude protegerte a ti.
La ira es mi casa. No, ni siquiera eso. Solo la tristeza es mi hogar.
Hoy, tres de septiembre de 2015, el mundo cumple un año sin ti, y yo sigo sin poder concebir que no volvamos a ir a por unas cervezas después de mi muerte.
Dani, por primera vez siento el impulso de llamarte Daniel. Dani, yo era tu hermano. Y jamás podré llamarme el guardián de mi hermano.
Daniel, estoy enfadado contigo. No, no lo estoy, eso es un intento de nombrar lo inaceptable. Nos queda tanto por hacer. Todo lo merecías y tuyo fue el horror.
En mi pantalla leo bajo tu nombre: vive en Barcelona. Vive en Barcelona.
Hoy las palabras no se forman. Dani, el problema es simple e irresoluble, y apenas requiere un poema: te quiero y tú ya no estás.
Del libro La tierra sueña para ti
El Gaviero ediciones, Almería (2016)
|