EL HUECO DE LO VIVIDO
El río, "la calle más larga de Londres"…
ANNE PERRY
Y tras decir adiós despedimos la tarde.
Desde entonces un río
arrastra para siempre entre sus aguas turbias
aquel trozo de vida que quisimos guardar
en una imagen quieta.
Una foto pretende ser testigo del pasado,
de una tarde fugaz,
de un instante de luz.
No es lo que más me importa:
la verdadera foto ha quedado en el aire.
La imagen que más hiere
está pasando siempre, otra y la misma,
repitiéndose en mí,
igual que el Támesis escribe sin cesar
el corazón de Londres.
He vuelto del viaje y sin embargo
no regresé del todo,
algo me dejé atrás y algo me traje
que no entró en la maleta.
No me duele esta foto con su luz,
con su tarde brillando por mis ojos
y los tuyos, me duele aquel instante eterno
que no se fija ni se va,
aquel momento nuestro para siempre:
tú y yo, el río
y sus aguas revueltas.
El tiempo
corriendo con el día entrenublado
y el leve azul del norte.
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MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Polvo enamorado
QUEVEDO
El polen esparcido por la abeja
tiene misión de vida.
Yo sé que al apagarte
prendiste en otros cuerpos
fulgores de tu propia llama,
como un insecto dulce
que en el cáliz
de una flor
abriéndose
se posara dejando
un resplandor de luz enamorada.
INVIERNO
En la oquedad del árbol
dos pájaros okupas
se acurrucan
y resguardan del frío.
El bulevar blanquea
entre ramas desnudas
y el cielo anuncia nieve.
La mañana se detuvo un momento.
Se me helaron las manos,
pero no la sonrisa,
el hueco del amor.
Del libro Ficciones para una autobiografía,
Bartleby Editores, Madrid, 2015.
COSAS QUE SUCEDEN ALLÁ ARRIBA
Busqué en mis versos
el aire de la Alhambra,
y brillando surgió desde el olvido
aquella noche
de luna en los estanques y en tus ojos:
años ochenta, Alberti recitando
a Lorca entre arrayanes,
murmullos de agua.
Tu voz roja en mi oído.
Altas torres guardando a los poetas.
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