
Tibet - la siega
Enric Velo
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Eduardo Margaretto
AMANECER TIBETANO
A la sombra de un arrozal
se había dormido un campesino
y las arrugas de su rostro
eran como sonrisas del destino
se acercó hasta él un asesino
dos ojos enormes como un niño
dos ojos marcados por el miedo
eran el espejo de otra libertad
y le dijo al viejo dame pan
se acaba el tiempo y la comida
y le dijo al viejo dame vino
tengo sed soy solo un asesino
ni siquiera abrió los ojos
no levantó la vista el campesino
pero llenó el vaso y compartió su pan
con quien dijo tengo hambre tengo sed
Y fue el calor de ese momento
después de nuevo sólo el viento
después de nuevo la lucha en soledad
y atrás quedó un arrozal
y el recuerdo se llena de dolor
y el deseo de un nuevo amanecer
se pudre en las tinieblas
del patio de una prisión
llegaron luego dos gendarmes
llegaron a caballo y con pistolas
y preguntaron con desprecio
si había visto a un asesino
pero a la sombra de un arrozal
se había dormido un campesino
y las arrugas de su rostro
eran como sonrisas del destino
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