Agustín Calvo Galán
A propósito de una fotografía de Enric Velo
Algo de eso está en la fotografía.
Gloria Fuertes cumplió años mientras las bombas
caían sobre Madrid
-y ahora caen las mismas bombas
sobre Alepo-.
Mi infancia fue un patio de vecinos altísimo:
yo llamaba por la ventana a los otros chavales
de la escalera
para que subieran a jugar conmigo.
Aunque a mi madre le preocupaba que nos pudiéramos asomar
por la cornisa, era mejor el terrado que la calle.
Mi abuelo, que no había corrido al refugio
cuando sonaban las alarmas,
me llevaba de paseo al parque con el cochecito
y no dejaba que ninguna vieja me besara. Cuando
comencé a caminar, un día me encontré una peseta
en el suelo y él fue el abuelo más feliz del mundo
cuando se la di.
Al poco murió y ya nadie me sacaba al parque. Mis padres
trabajaban todo el día, así que solo me quedaba el terrado.
Crecí llamando a mis amigos por las ventanas -del celobert- para que subieran conmigo, y en la tele Gloria Fuertes decía poemas para los niños como yo.
Algo de eso está en la fotografía.
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