ESTAMOS SIEMPRE UNIDOS
Estamos siempre unidos
en un trozo de papel
aplastado por un cristal.
Somos la imagen de un niño
que se despide desde el tren
con la cara y las manos
muy apretadas.
Somos dos insectos
dulcemente atravesados
por la aguja amante
de un entomólogo.
Somos aquella flor
que de niño disequé
entre las páginas tenues
de un grueso diccionario
que ya no uso.
Estamos siempre juntos,
tu cabeza contra la mía,
con una sonrisa perenne
nunca caduca,
como me enseñaron en la escuela
que se clasificaban
las hojas de los árboles.
Parecemos felices,
yo recuerdo que lo era,
tú no lo sé,
le preguntaré al fotógrafo,
todavía regenta aquel bar
al lado de la carretera,
seguro que se acuerda.
Tú ya no estás conmigo,
pero detrás del cristal sí,
como el niño eterno del tren,
como los insectos asaeteados,
como la flor disecada.
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TU MIRADA
Tu mirada es verde,
profunda como el mar,
casi sólida,
de una densidad
desconocida hasta ahora.
Es una ola gigante
que me anega,
que me transporta
hasta playas distantes
aún no pisadas.
Tu mirada es distinta,
no es la misma de antes,
ha crecido como un árbol nuevo
con sus raíces más profundas
y su copa más tupida.
Pero es extraño,
porque en lugar de sombra
emite luz
y en lugar de frescura
produce calor.
Tu mirada cambia,
es apacible de día
y tormentosa de noche.
A veces es un mar
que se incendia en la tarde
y me deja ciego.
Tu mirada es más intensa,
me abraza con más fuerza
con sus brazos aéreos,
pero aún no sé por qué.
Es una extraña batalla
de tus ojos con mis ojos:
no sé si quieres vencer
o quieres que yo te rinda.
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