ECLIPSE
El sol opaco y triste
se eleva lento y goteando mar.
Mis ojos prefieren no verlo
y se vuelven hacia adentro.
Busco un sol,
definitivo y extraño
que ilumine
mis regiones interiores.
Algunas, menos efímeras.
Otras, más sutiles e intensas.
Todas reflejan la soledad
y mi eternidad.
INFANCIA
Los dos o tres colores del patio
se cansaron de esperarte.
El ciruelo y el naranjo
no florecieron
porque...
y no fueron
para...
Solo esperan,
esperan,
esperan.
Sin dulces caseros,
sin noches con olor a caldo,
con el refugio de la lámpara,
más acá de las sombras.
Se acumulan las horas
de ritos vacíos,
las puertas sin nombres,
las noches sin olores.
Y las tardes del otoño
se aletargan,
doradas y melancólicas,
anunciando la muerte.
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AUSENCIA
Las ventanas vacías
y la noche sin estrellas
dejan adivinar
la mesa con los restos de una cena,
que no es, ni será la última.
Brilla la luz azul
de los televisores insomnes.
En mi ventana oscura,
mi soledad
ilumina la noche.
SENTIDO
El miedo enmudece
las infinitas voces
que me habitan,
desde hace siglos.
Las mujeres
que deberían cantar
en mi voz
están muertas.
Recupero en mi piel,
sus historias
de humillaciones,
y de dolor ancestral.
Busco una palabra
que les devuelva la voz
para salvar al mundo
con nuestro canto.
Del libro Palabras negadas,
El Tapiz del Unicornio, México, 2016
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