VEO LLEGAR TU ESENCIA Y PERMANEZCO
Veo llegar tu esencia y permanezco,
desandando las lunas,
con el valor como una celosía.
Ése eres tú.
Humano. Cierto. Vivo.
Qué terrible, existir. Qué inenarrable,
ser. Qué pozo, el brocal
de tu garganta.
Te miro como a un hombre nunca visto.
Desde mi madrugar. Desde esta infancia
que me acecha a deshora,
con espectros amantes que me acunan
y me ponen de pie.
Siento el hueco. La desgarradura
que me parte y me lastra.
Noto el alma temblar de la vida
suave que despierta.
Veo llegar tu esencia, que no abarco
ni abarcaré nunca.
Desde mi simple
curva, con los ojos claros como el día.
Veo llegar la esencia y aún me atrevo.
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EL TELÉFONO
Como si con las palabras
pudiera tocarse el alma
y estremecerla.
Soliviantar la carne desde el oído,
entrando en un susurro.
Y la piel se erizase
al paso de los nombres, de los verbos,
del adjetivo exacto...
Como si los lenguajes fueran dedos,
uñas o yemas,
con que llegar yo a ti,
tú a mí, sin vernos
y, no obstante, sintiéndonos
igual que amantes en el mismo lecho.
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