Si alguno tiene oídos, que oiga.
Apocalipsis, 13,9
I
Miento
para salvarme,
estoy en mi derecho.
II
Te lo pido pacientemente:
Mírame ahora. Te anhelo en cada oración, cuando la luz
va refugiándose, y en mí y en ti, y sé
que esta debilidad sombreada no se agota,
ni cada respuesta, ni ésta es la posibilidad.
III
Como el dictamen,
déjame escucharlo, ahora
dicho sin el crujir de lo que se desprende,
solamente así volveré a respirar
con esta herida en el costado.
|
IV
Te lo pido con ecuanimidad:
Tras la negociación
toda victoria es prescindible.
Perderme o ganarme
eran las únicas bazas que te preocupaban.
V
Te lo pido sin recelos:
En la lascivia, el aire
combate
blasfemo.
Pero, en el último estertor,
mi falsedad será una dádiva
para tu desbastada existencia.
|