CORTÁZAR, ENORMÍSIMO POETA
Muchos lectores de la obra narrativa cortazariana ignoran que también ha escrito varios libros de poemas, que fue publicando desde los comienzos de su trayectoria como escritor, al principio con el seudónimo de Julio Denis.
De algún modo, este hecho podría confirmarnos en la idea de que siempre ha sido difícil publicar poesía y que en este ámbito no hay "libros más vendidos" ni autores más leídos.
Sin embargo, en el último libro de poemas que se publicó unos meses después de su muerte, podemos escuchar su opinión sobre estas afirmaciones:
"un amigo me dice: 'todo plan de alternar poemas con prosas es suicida, porque los poemas exigen una actitud, una concentración, incluso un enajenamiento por completo diferente a la sintonía mental frente a la prosa, y de ahí que tu lector va a estar obligado a cambiar de voltaje cada página y así es como se queman las bombitas'. Puede ser, pero sigo tercamente convencido de que poesía y prosa se potencian recíprocamente y que lecturas alternadas no las agreden ni derogan. En el punto de vista de mi amigo sospecho una vez más esa seriedad que pretende situar la poesía en un pedestal privilegiado, y por culpa de la cual la mayoría de los lectores contemporáneos se alejan más y más de la poesía en verso, sin rechazar en cambio la que les llega en novelas y cuentos y canciones y películas y teatro, cosa que permite insinuar, a) que la poesía no ha perdido nada de su vigencia profunda pero que b) la aristocracia formal de la poesía en verso (y sobre todo la manera con que poetas y editores la embalan y presentan) provoca resistencia y hasta rechazo por parte de muchos lectores tan sensibles a la poesía como cualquier otro".
En coherencia con este comentario, quienes hayan leído Rayuela o cualquiera de sus libros de cuentos, se han encontrado con pequeños poemas incluidos en un discurso aparentemente narrativo, que no les han sorprendido porque están integrados en forma sutil dentro de la totalidad de la obra. Por citar solo algunos ejemplos: Historias de cronopios y de famas (1962), Rayuela (1963), La vuelta al día en ochenta mundos (1967), Buenos Aires, Buenos Aires (1968), 62/Modelo para armar (1968), Último round (1969), Libro de Manuel (1973), Territorios (1984), Un tal Lucas (1979) y Nicaragua tan violentamente dulce (1983).
En cuanto a los poemarios, publicados como tales, son los siguientes: Presencia (1938), Pameos y meopas (1971), Le ragioni della collera (1982, en italiano; 1995, bilingüe), Salvo el crepúsculo (póstumo, 1984) y Un elogio del 3 (póstumo, 1990).
Asimismo, si hiciéramos un análisis exhaustivo de toda la producción literaria de Cortázar, podríamos comprobar que en sus textos no hay una clara diferenciación en cuanto a género, y que tal vez detrás de ello se encuentre una posición ideológica de intransigente rebeldía ante los encasillamientos y los moldes, tanto en la literatura como en la vida.
En Salvo el crepúsculo1, dice:
"mi actitud de aficionado suele dejar perplejos a editores y a amigos. La verdad es que la literatura con mayúscula me importa un bledo, lo único interesante es buscarse y a veces encontrarse en ese combate con la palabra que después dará el objeto llamado libro".
Según K. Stierle (1977), el discurso lírico no se definiría por oposición al relato y a lo dramático. Lo lírico, ya sea en prosa o en verso, consistiría en la puesta en crisis de cualquier otro esquema discursivo y su función transgresora sería una razón de ser tan esencial, como la de expresar la subjetividad.
Esa actitud transgresora ante la literatura y ante la realidad de la vida se pone de manifiesto en un libro de poemas como Salvo el crepúsculo en el que el discurso poético se alterna con un discurso crítico, en el que comenta con el lector los versos y hasta el orden en que los va ubicando, por supuesto, sin respetar la cronología.
Soy capaz de fechar viejos textos sin fecha, el vocabulario es mi carbono 14, no así los temas y los modos porque nada ha cambiado en ese terreno donde sigo siendo el mismo, quiero decir romántico / sensiblero / cursi (todo esto sin exagerar, che).
Sin embargo, muchos de sus poemas son sonetos, en los que los endecasílabos clásicos logran reflejar los acentos de su forma de hablar, tanto como su amor y sus angustias contemporáneas, pero respetando la mejor tradición poética.
Sangre, sangre morada, sangre fría,
cómo sangra mi sangre, y cómo duele
saber que en vano vela aquel que vele
detrás de una falaz sabiduría.
Sangre, sangre de noche, de porfía,
sangre de estupro, de pasión -anhele
menos, aquel que pise y desnivele
mi sombra- sangre de la sangre mía.
Te lloro en ríos de abortada espuma,
te lloro en selvas de inefables hieles,
te lloro en cintas de siete colores;
¡Amor, amor, candor de esta mi pluma,
plenilunios de sangre, andariveles
por donde siguen ruta mis errores!
Se puede decir entonces, que el ámbito natural de Cortázar es una literatura de excepción basada en una revisión continua de los dogmas literarios, es decir en una actitud de inconformismo, que lo obliga a negarse y negar las tradiciones en que se instala.
Algunos elementos de esa literatura son la autorreflexividad creativa, la transgresión de los límites entre géneros, la negación del discurso tipificado y la tendencia a buscar estructuras diversificadas y polimórficas, así como la fusión de arte y vida.
Tal como dice Octavio Paz, Cortázar busca "un arte de la totalidad y su camino para arribar a él es lo fragmentario"2. También según Saúl Yurkievich, Cortázar "patrocina una poética antropológica o una antropología poética que haga de la palabra la manifestadora de la totalidad del hombre"3.
Como sus contemporáneos, desconfía de los métodos racionalistas y de los grandes paradigmas del pensamiento, por eso sus poemas proponen siempre una aventura individual de conocimiento. Sus críticas a la cultura, a la sociedad, al lenguaje van siempre en esa dirección: el paso necesario hacia algo más auténtico, que traduzca la unidad del hombre, la visión del sí mismo integrada en una nueva visión social.
Cortázar se apunta sin concesiones a la cosmovisión surrealista que va de Breton a Cocteau y de Éluard a Crevel. Su influencia se muestra en esos rasgos de estilo de los que hablábamos antes: el juego, la insatisfacción, la indefinición entre fantasía y realidad, el desvío lingüístico o el automatismo imaginario.
Si el surrealismo plantea además la necesidad de un compromiso con la realidad, Cortázar, fiel a su tiempo, fue un escritor comprometido, sin llegar a ser un escritor político, ya que mantuvo a ultranza su independencia creativa4.
Se sostiene que accedemos al conocimiento de lo real a través del lenguaje, y que desde esa dimensión nos conocemos al expresarnos y al nombrar la realidad, accediendo también a la posibilidad de cambiarla o de superarla. Julio Cortázar intuye esta posibilidad a partir de la reflexión constante sobre su actividad artística y, en consecuencia, se dedica a la intensa tarea de recorrer hasta el final los caminos de la expresión con la intención de encaminarse "hacia una trascendencia en cuyo término está esperando el hombre"5.
En resumen y para terminar esta breve reseña acerca de la poética cortazariana, podemos decir que su influencia ha sido decisiva, tanto en quienes pertenecieron como él al grupo de los escritores del "boom latinoamericano", como en la generaciones posteriores, no solo porque aportó frescura y naturalidad, sino sobre todo por su obsesión por la libertad y la independencia expresivas.
Cortázar se atrevió a explorar las posibilidades más radicales del lenguaje, planteando las propuestas más innovadoras, que en definitiva buscan traducir un estado de creatividad existencial en el que se reflejan las crisis contemporáneas y la decadencia de las estéticas más tradicionalistas.
Prof. Susana Lastra
Coordinadora de "Aleph Castelldefels, taller de lectura"
1 Cortázar, Julio (1984): Salvo el crepúsculo. Alfaguara Literaturas: Madrid, 1994.
2 Curutchet, Juan Carlos (1970): Cortázar o la crítica de la razón pragmática. Editora Nacional: Madrid.
3 Yurkievich, Saúl (1994): Prólogo a Cortázar, Julio, Obra crítica/1. Editorial Alfaguara: Madrid.
4 Cortázar, Julio: Un tal Lucas. Suma de Letras: Madrid, 2000.
5 Cortázar, Julio: La casilla de los Morelli. Tusquets: Barcelona, 1975.
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