Ahora sé, después de tantos espejos rotos,
que no podré deshacerme de mis cicatrices,
son líneas que forman este mapa de baches
que, como tantas otras cosas, son tu legado.
Ahora sé, tras atascarme entre mil suspiros,
que estaré varado por siempre en esta casa,
casa de la que solo queda el techo insaciable,
techo que devora cielo, estrellas y esperanza.
Ahora sé, después de tanto amor y farsa,
que viviré consumido, miserable, huérfano,
que ya no queda nada en este teatro vacío
solo un aplauso triste e incomprendido.
|
No tengo mucho para ofrecer,
a duras penas
una vieja idea,
una imagen gris y polvorienta
que hace dos suspiros y medio
guardaba dentro de una jaula;
un reloj,
piernas largas, negras y finas,
estranguladas y moribundas
desde aquel verano de ceniza;
una bolsa llena de céntimos,
la herencia que me dejaste,
uno por cada perla al suelo,
por cada cuervo abandonado;
un chaleco de hombre muerto
que es lo que me queda
para vestir
todos los días.
|