NOCTURNO
La luna llena de gracia
se asoma entre pino y nube
y en el azulejo oscuro
de la bahía sonríe.
Un silencio reverente
unge la noche bisoña
con aceite de misterio
y dedos de posidonia.
Con pisadas cautelosas
camináis hacia la orilla,
sólo os delata el crujido
de la arena estremecida.
Suspira el mar adormido
y en sus sueños acaricia
la suave piel de la playa
que goza, gime, y dormita.
Anclados entre la bruma
de sus ardorosos sueños
bailan luces y siluetas
de fantasmales veleros.
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Y allá lejos, hacia oriente,
siniestra sombra de hierro,
duro puño amenazante
en un rincón del espejo.
Mientras calláis abrazados
cae sin piedad el relente,
fría corona de espinas
que se clava en vuestras sienes.
Y volvéis hacia la luz,
al amparo del cemento,
rostros fruncidos de frío
brasas vivas en el pecho.
La luna llena de celos
entre nubes os espía
ya se oculta, ya se asoma,
reconcomida de envidia.
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