ZHIVKA BALTADZHIEVA Y SU APREMIANTE INTENTO
DE HUIR A LA REALIDAD
Fuga a lo real / Бягство в реалността
Zhivka Baltadzhieva
Prólogo de Ángel Guinda.
Ediciones Amargord, Madrid, 2012.
168 páginas.
Nacida en Sofía (Bulgaria) en septiembre de 1947, Zhivka Baltadzhieva reside en Madrid desde hace unos cuantos años. Su infancia, que transcurrió en la ciudad de Sliven, en la Bulgaria central, no se libró de aquella terrible postguerra en la que Stalin dictaba su trágica y sanguinaria ley a los pueblos que quedaron sometidos a la influencia de la Unión Soviética: mucho se habla del Gulag en el interior de la URSS, pero muy poco se conoce todavía en el "Occidente burgués" de la brutal represión que se ejerció en otros países, como Bulgaria, Rumanía o Albania. Ella vivió ese terror en su propia familia y creció con el dolor y la terrible impotencia ante la separación de su padre, juzgado por el llamado Tribunal del Pueblo, encarcelado e internado sucesivamente en campos de trabajos forzados entre 1947 y 1974 por el régimen del todopoderoso Gueorgui Dimitrov, a quien en 1954 (tras un breve mandato del también estalinista Valko Chervenkov) sucedería como líder supremo de la entonces República Popular de Bulgaria Todor Zhivkov, cargo en el que se mantendría hasta la caída del régimen comunista, en 1989.
Después de licenciarse en Filología Búlgara y Rusa en la Universidad Sveti Kliment Ohridski de Sofía, y tras un largo periplo vital, Baltadzhieva llegó a España en 1990 y se doctoró en Filología Eslava y Lingüística Indoeuropea en la Universidad Complutense de Madrid, donde ejercería la docencia hasta su jubilación. Mientras tanto escribió varios libros de poesía, en búlgaro y en español: Plexo solar, Iluminación diurna, Poema ajeno, Pequeño poema extranjero, Al final del bosque verde, Mitologías apátridas, Nunca…; tradujo al español a algunos autores búlgaros, como Hristo Botev, Blaga Dimitrova o Antón Donchev, y al búlgaro la mayor parte de los poemas de Federico García Lorca, así como sus Comedias imposibles.
Hace poco, Zhivka Baltadzhieva publicaba en Facebook una cita de Viktor Gómez Valentinos:
"Las matemáticas y la poesía superan las expectativas de la razón pues muestran la verdad. No toda la verdad, pero a menudo los precisos fragmentos para la justicia sobre lo cotidiano y la memoria de lo suficiente. Esto es posible sólo desde su incuestionable autonomía y no servidumbre a ninguna presión de poder, a ningún supuesto o a priori, pues lo real acontece en cada momento como un relámpago en un lugar distinto, sin pre-aviso, sin intención otra que transmitir una información a quienes sepan observar."
No es una cita casual, puesto que responde perfectamente a la concepción que ella tiene de la poesía, en la que la ciencia está muy presente. Y ejemplos de ello los encontramos permanentemente en su magnífico poemario bilingüe (español y búlgaro) Fuga a lo real / Бягство в реалността.
No es la poesía de Zhivka Baltadzhieva una poesía intelectual (pese a que lo intelectual está en su trasfondo); alguien ha encontrado en esa poesía, atípica en la tradición literaria búlgara, una forma de expresión muy personal que fusiona lo hondo del Yo con el infinito, una voz lírica turbada y perturbadora donde los múltiples cambios operados en el significado de la palabra representan la metamorfosis desde su propio interior, un mundo que cambia de signo. Tampoco es, aunque pueda aparentarlo, una poesía de lo cotidiano, de la experiencia, aunque la experiencia recorra sus páginas. Se trata de una poesía difícilmente clasificable, entrañablemente personal, si se puede entender ese adverbio en el sentido de la introspección, pero también de la capacidad de transmitir, a menudo con un lenguaje carente de toda pretensión, unos sentimientos profundos que llegan al lector como las notas de una sonata de Bach -ella misma confiesa que Bach está en los orígenes de su sensibilidad poética-, trágica aunque melodiosa.
Ello no impide que algunos poemas nos impresionen por su cruda sinceridad, como el que abre el libro: "¿Cuántas voces son necesarias / para no entender el mundo? / ¿Cuántas voces inflamadas? / ¿Cuántas cuerdas vocales rotas? / ¿Cuántas palabras prefabricadas? / / Para no entender. / Quedarse perplejo o indolente. / Salir del cuarto de estar. / / Salir."
Toda una declaración de intenciones, sin duda. Pero, a la vez, la crudeza de algunos versos se reemplaza por otros llenos de ternura, fruto de esa introspección desde la que siempre observa y está atenta al día a día: "Florecen en primavera en mi calle lejana / los tilos. Conmueven el aire" (¡cuánta nostalgia contiene aquí la palabra "lejana"!); o bien "Este año las golondrinas llegan diez días antes".
Sin embargo, no hemos de dejarnos engañar por tales expresiones líricas, ya que si juzgáramos la poesía de Zhivka Baltadzhieva a través de ellas cometeríamos un grave error: sus composiciones son, sobre todo, críticas, a veces parecen incluso mazazos contra las injusticias, pasadas y presentes, de nuestra sociedad. Porque tras esas golondrinas que se adelantan en el calendario primaveral (en el poema "Protocolo de Kyoto") encontramos unos versos estremecedores: "En las laderas de la Cornisa Cantábrica / los urogallos se muestran dóciles, luego obscenos te piden caricias / y encolerizados te persiguen. / Hembras de moluscos con pene y ballenas macho con útero y ovarios / vienen a suicidarse a las orillas de nuestras playas. / Las cigüeñas no migran. Migran los bosques. ¿O marchan furiosos? / No hay ni charco / para lavarse las manos". Estamos, pues, ante un doloroso poema de denuncia, y no es el único.
Quizá entre lo más recurrente en este libro estén las alusiones a la literatura y la mitología clásicas, explícitas o intuidas: Homero, Ovidio, Dante, la Biblia…, como referentes literarios; y Ulises, Orfeo y Eurídice, Casandra, Aquiles, como representantes de ese mito. El mito es utilizado también para referirse a los progresos de la ciencia, a la conquista del Espacio ("Cabo Cañaveral, abril, 2001. / Odisseo parte a las cuatro de la mañana / a través del Universo plano / un parámetro / entre otros / del eje espacio - tiempo"). Homenajea, además, Zhivka a otros poetas y escritores que ella admira: su compatriota Hristo Botev (el gran romántico y revolucionario búlgaro del siglo XIX), Miguel Hernández, y también, entre líneas, a Lorca, Rimbaud, Shakespeare, Goethe, Gógol, Marina Tzvetáieva, Dostoievski, Dimcho Debeliánov (otro notable poeta búlgaro); a músicos como Bach o Mozart; a artistas insignes como Miguel Ángel, Leonardo o Goya.
Y como gran telón de fondo, un motivo bajo el que seguramente se reúne lo mejor, o lo más íntimo, de la poesía de Zhivka Baltadzhieva: la nostalgia, los recuerdos imperecederos de su país ("Aquí estoy. Eternamente es dos de junio. / Tres horas tan sólo / y estoy en Kalofer", o "Sentada en un banco en la sombra, / en la plaza empedrada de la iglesia de San Demetrio, / en Sliven, mi ciudad, mi paisaje genético…"); nostalgia representada sobre todo por uno de sus mejores poemas: "Breve historia búlgara".
Dejamos para el final lo que dice Ángel Guinda en el prólogo del libro: "El poeta francés del XIX Sully Prudhomme afirmaba que 'la poesía es un dolor'. La poesía de Zhivka es hija del dolor. Pero no del dolor estéril, por destructivo; sino del dolor fértil, por edificante: ese dolor que convierte la existencia en una resistencia activa contra la adversidad, nunca en una claudicación". Difícilmente se puede resumir mejor este poemario de Zhivka Baltadzhieva, del que quien esto firma se ha limitado a dar unas pinceladas descriptivas y orientativas.
Quienes, para acabar de animarse a comprar el libro, deseen leer algunos de los poemas que contiene, pueden encontrarlos en la plaquette de la colección Carmina in minima re, reproducida en el blog de la misma, a la que se accede desde este enlace: http://txtcarmina.blogspot.com.es/2012/09/4-zhivka-baltadzhieva.html.
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