Breviario para tardes de aguacero.
Carmen Plaza
Colección Torremozas
Ediciones Torremozas, Madrid, 2013.
Poesía. 72 páginas.
Carmen Plaza nos sorprende con este nuevo poemario, a través del cual sigue avanzando por un camino de indagación en la palabra y en las honduras del ser, tratando de descifrar ciertas claves que el lenguaje va sembrando en sus poemas. Familia de poetas, desde la tierra de Burgos, donde nació y pasó su infancia, nos trae un idioma íntimo de palabras profundas y de imágenes entrañables que se entretejen con las vivencias de un mundo de intensa actividad en esta ciudad de Barcelona desde donde proyecta su escritura.
Su producción es muy extensa, en pocos años ha publicado más de diez poemarios, cuentos, colaboraciones en antologías, y ha recibido premios y reconocimientos, como el Carmen Conde en 2006 por el libro Tela que cortar.
Este Breviario para tardes de aguacero, como un segundo momento de su anterior Breviario para el bolsillo interior, nos sitúa entre el libro de notas, y, sobre todo, el libro de oraciones. Pero no es un breviario para cualquier momento, sino para esas tardes de aguaceros, de lluvias repentinas, en que el mundo se oscurece y nos obliga a buscar refugio entre nuestras pertenencias. Y qué mejor refugio que el pensamiento, la meditación a partir de una imagen, la inmersión en un presente fugaz, como esos chaparrones sorpresivos e intermitentes, reflejo de los tiempos que estamos viviendo.
La poeta nos invita a compartir un espacio de seguridad, al abrigo de palabras sugerentes, para proteger nuestra alma y recorrer el silencio donde va apareciendo el sentido de todas las cosas. Es una invitación a dar el paso hacia un mundo místico donde nos vamos liberando de lastres para ir sintiendo cómo nos invade una armonía que, sin embargo, no siempre es placentera, porque también hay dudas y rebeliones:
La duda se estremece
en un entorno descuidado.
Sólo un grano de arena marca el límite.
Se acerca y nos invade.
Quizás un día
podamos rescatar la infinitud
soterrada en las dunas.
Dios, la naturaleza y el yo se funden en esa contemplación íntima que se vuelve lenguaje y que, al mismo tiempo, nos incita al silencio para atender a las voces interiores de un mundo siempre a punto de revelarse:
No hay respuesta, lo sé.
Tu silencio es la pausa
que devuelve al origen.
Carmen Plaza tiene el sentido poético en la mirada con que percibe el mundo, y el lenguaje responde a ese sentido con palabras precisas y con imágenes originales:
La leche, sangre sin hematíes,
blanquea los caminos.
Al término, la miel,
-¿o fue al principio?-
devolviendo a la tierra sus sabores.
Así como en estas imágenes desciende a la tierra una dulzura divina, en otros momentos, los sabores se impregnan de pesadumbre, redimida en un gesto de esperanza, no exento de cierto toque de humor:
Me abandonó una lágrima.
Quizás aproveche un alevín
su cloruro de sal.
El abrazo solidario hacia los seres que transitan por este universo del que somos parte viva se manifiesta en el poemario, en un movimiento que va del yo a Dios y abraza a la creación entera:
Estás en nosotros, sin saberlo.
Nadie podía arrancarnos de ti
cuando nos invitabas a la vida.
Masa flotante,
encarnación del tiempo y del espacio,
partícula de Dios.
Y el asombro ante el misterio que arranca la plegaria profunda desde el yo interrogante a ese tú silencioso, sin respuestas:
Me sorprendo
rezándome a mí misma
como si fueras yo, desde muy dentro.
Lectura para tardes de aguacero, para tiempos de incertidumbre… Cuanto podamos decir de este Breviario de Carmen Plaza es menos de lo que está en sus poemas, pues ellos nos hablarán de su mundo y despertarán en nosotros un deseo de belleza y un sentimiento de esperanza.
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