MARIA-MERCÈ MARÇAL
LA COPA A REBOSAR
Algunos rasgos de la poesía latinoamericana en Maria-Mercè Marçal
NEUS AGUADO
Ce sont les bien-aimés du soir et du mystère.
Ils écouten germer les roses sous la terre.
Renée Vivien
Tomo prestado del austríaco Georg Trakl un verso de su "Salmo": 'La hermana extranjera surge de nuevo'. Así es, una vez más estoy ante la hermana, la extranjera, que me ayuda a mantenerme despierta, casi en alerta, para que su decir se expanda de orilla a orilla.
Las posibles influencias de la poesía en lengua castellana allende el Atlántico en la obra marçaliana proceden, en la mayoría de los casos, de poetas que como Marçal sabían que las palabras tienen luz propia e intransferible, y que un buen conjunto de palabras puede provocar una especie de incendio en el psiquismo y en el cuerpo. Así, algunos de los poemas dedicados a su hija Heura nos remite al poema «Romance» de sor Juana Inés de la Cruz, la décima musa mexicana:
[…]
como el niño que, inocente,
aplica incauto los dedos
a la cuchilla, engañado
del resplandor del acero,
y herida la tierna mano,
aún sin conocer el yerro,
más que el dolor de la herida
siente apartarse del reo;
[…]
Puede detectarse alguna reminiscencia en el poema de La germana, l'estrangera (1985):1
Tan petita i ja saps com és d'alta
la paret que no es deixa saltar!
I jo voldria prou fer-te esqueneta.
Qui és que m'omple les mans de maons?
Qui em fa dir-te les serps de l'altra banda?
[…]
El símbolo de la luna se rastrea en el conjunto de la obra de Marçal. La luna, por su condición femenina en la cultura mediterránea, es interpretada como un elemento de fecundidad, Marçal la convierte en transgresora, además de otorgarle otros aspectos lúdicos y otros sentidos y significados que por una parte continúan la tradición pagana y por otra siguen la tradición de Lorca -la influencia del poeta granadino en la primera época de su obra siempre fue reconocida por la autora. Y en ese lado más oscuro y desolador de la luna de Marçal, como en «Averany» de Sal oberta (1982), asoma Jorge Luis Borges, concretamente en unos versos del poema «1964» del escritor argentino:
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Y la resonancia del peruano César Vallejo en el poema «Deshojación sagrada»:
¡Luna! Y a fuerza de volar en vano,
te holocaustas en ópalos dispersos:
tú eres tal vez mi corazón gitano
que vaga en el azul llorando versos!...
[…]
Y también en el poema más definitivo de la italo argentina Alfonsina Storni, «Viaje»:
[…]
¡Oh! la luna ha movido sus dos labios de plata.
¡Oh! la luna me ha dicho
las tres viejas palabras:
«Muerte, amor y misterio...»
Así se muestra, entre otros, en el mencionado «Averany», aunque los últimos versos son esperanzados:
Sents? La lluna davalla i et diu Mercè-creixent,
i se t'esmuny per sota el davantal
i, a vol, et pren pel novenari d'heura
que lliga sal i sang, a cel obert...
Cenyides per la serp de la tenebra
la lluna i tu sou u: arbre i mirall.
Fareu el ple quan el jorn llevi l'àncora
i naveguin banderes sense imperi.
I espanyareu, amb dits empolsats de safrà,
forrellat, porta i mur que fan dic a l'aurora.
Coronades pels vents, sou al tomb del viatge:
Que el fosc poder que us serva no corrompi l'atzar!
Sents? La lluna davalla i et crida: ¿quin mal glaç
et llastà? Vés-hi! Nega't al ple de la tendresa2
En muchos poemas de Marçal se adivina una escenografía casi a la manera de la también italo argentina Leonor Fini, la pintora surrealista, además de escenógrafa y novelista, que se instaló en París. En este sentido, es paradigmático el poema «Tèrbolament t'estimo. Tot el pòsit...» del libro Desglaç (1988), que, asimismo, coincide en su escenografía casi barroca con la de un autor chileno -muy leído en la década de los años setenta del siglo pasado-, el Pablo Neruda del poema «El olvido»:
Todo el amor en una copa
ancha como la tierra, todo
el amor con estrellas y espinas
te di, pero anduviste
con pies pequeños, con tacones sucios
sobre el fuego, apagándolo.
[…]
Que Marçal resuelve, de la manera siguiente, convirtiendo la tierra en mar y dándole la vuelta a los sentimientos:3
Tèrbolament t'estimo. Tot el pòsit
s'ha remogut. La copa com un mar
tempestejat m'aboca, a contrasang
[...]
No sé trencar-la. Ni, assedegada,
buidar-ne tot l'embat en un sol glop
sense esquitxar-te ni ferir-te, sense
arrossegar-te a l'escullera amb mi.
Y quizá, se oiga a lo lejos el soneto amoroso del premio nobel chileno:
No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.
Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.
Tal vez consumirá la luz de Enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.
En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.
Y de una forma más ligera y humorística, en un poema de Sal oberta, dirá Marçal con su destreza y sabiduría para emplear expresiones de apertura física y psíquica, con la conciencia de ir más allá de lo inmanente:4
Avui l'enyor és mestre del brou i l'alifara.
El desig s'agrabella sota pàmpols d'aram.
I quina menja, per a tan poca terra!
A cabassos plou sal i sol, i els ceps em couen.
A trenc d'estiu enfilo records sense teulada,
molses sense roquís, cassigalls de neguit.
I espero la tardor, amb el foc dels barrals,
raïm ardent als ulls i a la copa del sexe.
Avui l'enyor és mestre del pa i de la masia,
de les flautes del vent, del pou i del canyar.
Si les feixes del cor em fan mal, i la vinya,
el vespre, amb mà suau, no m'hi durà repòs?
Prou vindrà la tardor, escullera de vi,
i al celler de l'amor hi trencaran les ones.
Marçal es de las autoras que se aviene con la definición de poeta que hizo Emily Dickinson cuando afirmaba que el poeta es un hierro candente, porque su afilada lucidez llega a ser tan intensa que puede ser difícil de resistir. Esta definición liga muy bien con la de Hélène Cixous cuando dice que «escribir es andar sobre el fuego» y añade: "Escribir: jugar con el fuego».5 Estamos ante la poesía marçaliana de la incandescencia de la palabra, de los pensamientos reflexivos y de las experiencias, muy a menudo, al límite. Por eso la poesía de Marçal se puede inscribir perfectamente en el tipo de poesía de la que hablaba la porteña Alejandra Pizarnik: «La poesía es el lugar donde todo sucede. A semejanza del amor, del humor, del suicidio y de todo acto profundamente subversivo.» 6 Los paralelismos, más que las influencias, con Pizarnik los encontramos en el hecho de que de alguna manera los poemas de ambas autoras respiran en la misma atmósfera, son una especie de coreografía que acompaña la danza del espejo sin tregua, de la desolación, de la búsqueda del ideal más allá de cualquier posibilidad humana, de la búsqueda feroz de una misma enfrentada a la otra (en femenino), un alter ego perpetuamente femenino.
Así, Alejandra Pizarnik en su primer libro reconocido como propio, pues llegó a renegar de los anteriores a Árbol de Diana, editado en el 1962, con prólogo de Octavio Paz, dice:
El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.7
Hay también muchos espejos y senderos truncados en la poeta de «Sang presa»:
El mirall desfermava
una rata de llum
malalta.
Morí de set
en ratera de glaç.8
Y también en su último libro Raó del cos, publicado póstumamente en el 2000:
Com una sola aposta
al tot
i al res
sang i paraula
i amor: vertigen
dau de miralls
en joc.9
Y, muy especialmente, en los seis primeros versos de este poema de Sal Oberta:
Hi ets i no hi ets. I t'abraço retuda.
T'estimo com estimo aquest cos d'aigua
que s'emmotlla al teu vidre sense tall,
que vibra amb veu de gorga subterrània.
Per tu l'estany escampa arreu miralls
de doble faç: sóc jo i sóc una altra.
Y hay ese dolor impotente:
Dolor de ser tan diferent de tu.
Dolor d'una semblança sense termes...
Dolor de ser i no ser tu: desig.10
Y otra manera de espejarse en el hielo de Desglaç:11
Aquest amor, difícil
repte de les fronteres
que el glaç petrificava:
contraban de llum.
Trakl, como otros creadores y creadoras, conocía a la perfección el sentimiento de ser el más extranjero en la tierra, es la propia extrañeza que produce la interrelación con el mundo, sensación que se manifiesta claramente en el breve poema de Alejandra Pizarnik -significativamente el número 13 de Árbol de Diana:
Explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome.
La poeta, en este caso, es la apátrida por definición, y desde otra perspectiva aunque con parecida experiencia lo expresará Marçal cuando dice:
Per tu retorno d'un exili vell
com si tornés d'enlloc. I alhora et sé
terra natal, antiga claror meva,
i l'indret on la culpa es feia carn.
Retorno en tu, per tu, a l'espai cec
d'on vaig fugir sense poder oblidar;
desig sense remei, ferida arrel
arrapada, clavada cos endins.
Per tu retorno d'un exili vell,
refugi contra tu, des d'on trair
la primera abraçada i on triar,
des de l'enyor, l'escanyall d'unes mans.
Retorno en tu, per tu, al vell jutjat
sense horari ni nom, fosa en la pell
dels teus camins que em coneixen la pell,
closa en els ulls que ja gosen fitar
el teu esguard, com si tornés d'enlloc.12
La muerte siempre ha estado presente en la poesía de todas las épocas, en la de Maria-Mercè Marçal se trasluce de una manera bastante abrumadora en muchos poemas, aunque es en Desglaç donde resulta más palpable, y en el descarnado Raó del cos escrito cuando ya es consciente del exilio definitivo:13
La cicatriu
em divideix
en dues parts
l'aixella.
Cremallera
de carn
mal tancada
però
inamovible.
Inamovible
com el decret
que en llengua
imperial
m'exilia
a la terra
glaçada
dels malalts
sense terme
ni rostre.
La escritora argentina Pizarnik, muy próxima a la sangre que envuelve gran parte de la poesía marçaliana, habrá replicado mucho antes:
mi vida,
mi sola y aterida sangre
percute en el mundo
pero quiero saberme viva
pero no quiere hablar
de la muerte
ni de sus extrañas manos
Quedo expectante, en la esperanza de que Maria-Mercè Marçal, la hedonista y lúcida poeta, la autora cuya lectura sugiere nuevos caminos, pueda ayudarnos a peregrinar con menos desconcierto por los desiertos de la existencia.
1 Marçal, Maria -Mercè. Llengua abolida. Valencia: Poesia 3 i 4, segona edició 2000. pág. 353.
2 Ibidem, pág. 243.
3 Ibidem, pág. 485.
4 Ibidem, pág. 196.
5 Cixous, Hélène. L'ange au secret. París: Éditions des Femmes, 1991.
6 Pizarnik, Alejandra. El deseo de la palabra. Barcelona: Barral Editores, 1975.
7 Ibidem, pág. 88.
8 Marçal, Maria-Mercè, op. cit. pág. 403.
9 Marçal, Maria -Mercè. Raó del cos. Barcelona : Edicions 62 / Empúries, 2000. pág. 69.
10 Marçal, Maria-Mercè, op. cit. pág. 494.
11 Ibidem. pág. 518.
12 Ibidem. pág. 517.
13 Marçal, Maria-Mercè, op. cit. pág. 19.
NEUS AGUADO, Argentina (1955). Poeta, narradora y ensayista. Licenciada en Ciencias de la Información y en Arte Dramático. En su juventud ejerció el periodismo cultural y la crítica de poesía. Ha publicado los libros de narraciones Juego cautivo (1986) y Paciencia y Barajar (1990). Algunos títulos de sus libros de poesía son Paseo présbita (1982), Aldebarán (2000), Intimidad de la fiebre (2005) y En el desorden de la casa (2006). Es cofundadora del 'Comitè d'Escriptores del Pen Català', y ha sido secretaria general de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña.
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