ALGA Revista de Literatura
nº68 - otoño 2012




Dirección:

  • Goya Gutiérrez

    Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Goya Gutiérrez
  • Enric Velo

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
    • Campos de Soria
      de Edu Barbero

    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Lecturas. Textos comentados

    EDUARD SANAHUJA

    EDUARD SANAHUJA, (Barcelona 1953). És llicenciat en Filologia Romànica-Hipànica i Catalana. Professor agregat a l'Escola de Magisteri de la Universitat de Barcelona. És un dels fundadors i Vicepresident d'Aula de Poesia de Barcelona. Ha publicat els poemaris El gos del galiot (1981), Mirador (1983) Doble joc (1988) En defensa pròpia (1994) i Compàs d'espera (2006) Premi de Poesia Vicent Estellés 2005.



    Versos en claroscuro
    Martha Cecilia Cedeño
    Editorial In-verso, Barcelona (2012).

    Poesía. 99 páginas.

    Versos en claroscuro no es el primer libro que publica Martha Cecilia Cedeño. Aunque este poemario fue escrito con anterioridad a Amores Urbanos, publicado en el 2010 en Parnass Ediciones, el azar ha querido que no viera la luz hasta ahora, en la editorial In-Verso, el sello que, como es el caso de Parnass, también dirige Amàlia Sanchís. Amores urbanos venía con una presentación del prestigioso antropólogo de la Universidad de Barcelona, Manuel Delgado Ruiz, -Martha también es doctora en Antropología Social- , y un prólogo del poeta Josep Antón Soldevila. En esta primera obra ya pudimos apreciar la textura de la poesía de la autora: "Maullamos por la nariz/-respira mis latidos-"(...) "Cabalgamos los aleros de la noche/-bebe mi espacio de lagos insomnes-/¿No presagias el goce de los gatos?".
              Versos en claroscuro lleva también un prólogo, esta vez de César Valencia Solanilla, doctor en Literatura por la Universidad de La Sorbona y profesor titular y director de la Maestría en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira (ciudad que, allí en Colombia natal de Martha, compite con Medellín en la organización de uno de los mejores festivales de poesía de todo el mundo); es ensayista, crítico y autor de los libros como La identidad cultural en Juan Rulfo (1993) o La escala invertida. Ensayos sobre literatura y modernidad (1996). César Valencia caracteriza sabiamente cada una de las seis partes en que está dividido el libro (Presagios, Memoria, Palabras, Espacios, Trazos y Osarios), que encierran "una reflexión sobre el amor y la esperanza sin atisbos sentimentales", una indagación "por aspectos fundamentales del hombre moderno, de su encrucijada y fragmentación, en contextos espaciales y temporales identificables".
              Como el análisis del libro está muy bien pergeñado en este prólogo, nos centraremos en situar la poesía de Martha en relación con su canon estético. Para ello, vamos a considerar que en poesía (en lo que llamamos poesía discursiva; dejaremos ahora de lado la poesía visual) existen dos modelos fundamentales de creación poética. Se trata de una simplificación extrema, y falaz, como tolas las simplificaciones, pero ilustrativa y didácticamente efectiva si tenemos en cuenta que entre estos dos modelos, entre estos dos polos, existe todo un contínuum de posibilidades de hibridación. En uno de los extremos se situaría lo que yo llamo la "poesía del ser", el ámbito de Parménides. Es la poesía del "nombrar", del "hacer patente" (no lo digo yo, sino Heidegger a propósito de la poesía de Hölderling). Esta poesía, que se fundamenta en el poder connotativo de la palabra, es la poesía de conjuro, de la oración, de la mística, del aforismo filosófico o estético. En el otro polo, está la poesía del devenir, la poesía heraclitiana, una poesía que apunta más al discurso narrativo; es la poesía de la épica, de la égloga, de la balada, aunque la épica sea ya una épica sin héroes. Filogenéticamente, la poesía del ser es anterior a la del devenir. Pero hemos de recordar que lo que se impone es la hibridación, porque se puede narrar nombrando, como ocurre, por ejemplo, en un magnífico poema de Jaime Gil de Biedma, en el que el discurso narrativo, a través de la ironía, no es más que un artificio para poder nombrar, de un modo casi notarial, las piedras angulares de sus afectos (me refiero al primer poema de Moralidades, "En el nombre de hoy").
              Pues bien, la poesía de Martha pertenece al ámbito de Parménides, a la poesía del ser, del nombrar. Es una poesía que practica una economía verbal (una austeridad, en términos actuales) que la sitúa en las antípodas de los excesos verbales de cierta poesía latinoamericana. Hay un cierto minimalismo esencialista, y por supuesto una visión fragmentaria del mundo, acorde con la imposibilidad de comprender (y de abarcar) de una forma unitaria y coherente la modernidad (con la etiqueta que desee ponerle: "post", "trans"…).
              Pero ¿qué es lo que nombra Martha? Un simple inventario de los sustantivos y de algunos adjetivos que aparecen en el libro nos da una fotografía fehaciente de su paisaje literario: sombra, soledad, pena, recuerdos, olvido, ausencia, nostalgia, naufragio, extravío, bostezo, tedio, agonía, exilio, hoguera, intruso (sustantivado), crepúsculo, agitación, cementerio, llanto, transeúnte, fantasmas, truhanes; y los adjetivos vetusto, carcomido, oxidado, yermo, ausente, falaz, desvencijado, huérfano… Martha no nombra la plenitud, sino esa transformación de la existencia en la que el tiempo y la memoria lo deterioran todo, en la que cualquier atisbo de luz se cobra instantáneamente un correlato de sombra; dibuja el aguafuerte de la partida, del exilio, de la pérdida, el no lugar donde el silencio se impone imperceptiblemente: "el silencio es un iceberg cuya cima son los días muertos", nos dice.
              La poesía de Martha Cecilia Cedeño no se limita, por supuesto, a nombrar. No es solo un conjuro contra el olvido y un testimonio de la existencia desarraigada, con sus atisbos de amor y de esperanza en la figura de Luna, su hija. Martha sabe transitar por el artificio del poema, sabe construirlo y rematarlo con unos finales que demuestran que están cimentados en la piedra de toque de la poesía, que no es otra que la puesta en escena de lo enigmático1. Toda la gran poesía, ya sea la del ser como la del narrar, se mueve en el terreno de lo enigmático, desde El cantar de los cantares, pasando por los romances líricos (el del Prisionero o el del Infante Arnaldos, aquel que termina diciendo "Yo no digo mi canción / sino a quien conmigo va", ese final al que Ramón Menéndez describe como una magnífica muestra del "saber callar a tiempo") y por san Juan de la Cruz ("…y la caballería / a vista de las aguas / descendía") hasta llegar la mejor poesía contemporánea. Lo dice Jorge Guillén: "La poesía, en todo su rigor, es un lenguaje construido como un objeto enigmático" . Quizá por ello la poesía es un género en crisis, porque en un contexto social en que se impone el pragmatismo a ultranza, la fagocitación inmediata del placer y la necesidad imperiosa de explicar y entender cabalmente cualquier fenómeno, el poema requiere algo muy escaso en ese entorno: "un receptor que necesariamente debe actuar como un intérprete activo dispuesto a desvelar los posibles sentidos del enigma o, como mínimo, a aceptar de manera positiva el misterio de lo que no es inmediatamente inteligible: un receptor que sepa convivir con el misterio".
              Martha sabe abrir las ventanas del enigma, eso que es, en última instancia, la vida y la existencia individual de cada ser; sabe acunarlo y, lo más importante, por eso es poeta, sabe darle forma verbal. He ahí una muestra de ello: EFÍMERA "Alguien se pensó/a sí mismo/y la existencia/fue llanto,/extravío,/noche." "La razón no exime/de la muerte.2

    (1) Jorge Guillén: Lenguaje y poesía. Ed. Alianza, Madrid, 1972 (2a).
    (2) Eduard Sanahuja: "Poesia i societat al principi del segle XXI: l'ensenyament i l'aprenentatge de la poesia a l'educació primària i a l'ESO" a Documents 14, Expressió, cultura i cohesió social. Generalitat de Catalunya / Consell Escolar de Catalunya. Maig de 2005.


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