ALGA Revista de Literatura
nº68 - otoño 2012




Dirección:

  • Goya Gutiérrez

    Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Goya Gutiérrez
  • Enric Velo

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
    • Campos de Soria
      de Edu Barbero

    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Lecturas. Textos comentados

    GOYA GUTIÉRREZ

    Es miembro del Grupo de Poesía ALGA y dirige la revista ALGA desde 2003.
    Ver http://goya-gutierrez-lanero.com/



    LA POÉTICA DEL REENCUENTRO

    El agua recobrada
    Luis Armenta Malpica
    Prólogo de Eduardo Moga
    Selección de Luis Aguilar
    Vaso Roto Ediciones, España-México (2011)

    Poesía. 231 páginas.

    "El agua recobrada" es una extensa antología poética, que comprende parte de la no menos extensa obra del poeta mexicano Luis Armenta, con unos diez títulos publicados hasta la fecha, y una ejemplar trayectoria como editor de poesía. Presenta la peculiaridad de que siendo una antología, el seleccionador de los textos Luis Aguilar nos la ofrece como si se tratara de un libro singular y unitario, al prescindir de títulos y composiciones dispuestas cronológicamente. Por el contrario, los poemas se ordenan a partir de diversos ejes temáticos vertebradores que dan un nuevo sentido, dentro del ideario poético del autor.
              Los temas que a lo largo del libro se irán engarzando serán: el amor, la escritura poética, la música, Dios, los orígenes y lo arcaico, el contexto bíblico y el espíritu evangélico cristiano, la conciencia del ser y la existencia, la naturaleza como cotidianidad, pero también como un todo panteísta o como Cosmos, la familia y la vivencia y convivencia con los otros; como fruto y resultado de la identidad personal. Estos temas se presentan en forma de peregrinaje por una cartografía propia pero a la vez común a los demás; un viaje fluvial que lleva implícito el sentido metafórico del río como tránsito y recorrido de la vida hacia la muerte. En este viaje que es el propio libro, el yo poético se sumerge y nos sumerge de nuevo en las aguas primordiales de la memoria, en aquel fondo marino que emerge en "Voluntad de la luz" (1996), primera obra del autor, y que parece representar el momento inicial de la construcción de una cosmovisión mítico-poética. Poesía con resonancias en la poesía mexicana de Sor Juana o Gorostiza. Historia del origen en donde aparece la figura del pez, como protagonista y como componente femenino arcaico, con un claro simbolismo cristiano.
              En este itinerario, pues, de regreso al fondo de sí mismo, las figuras para expresar el vuelo poético-lírico son fundamentalmente acuáticas, aéreas o lumínicas, aunque también lo terrenal está muy presente. Es importante el significado simbólico que adquiere el agua, la luz, la naturaleza en general, como sustancias primordiales dotadas de un sentido sagrado, como la vida y la muerte. De ahí también el tono celebratorio por las cosas y los dones otorgados, que se muestran y palpitan en los ojos del poeta, transmitiéndonos ese sentido de asombro y sorpresa, aunque no se oculta el dolor por las pérdidas. Pero su mensaje es que la dicha de estar vivo o de haber vivido compensa el dolor de vivir y la muerte. Y así la poesía y su musicalidad se erigen como garantes de esta fe de la identidad personal. "¿Quién no ha tenido miedo de enfrentarse a sí mismo/ a sus enfermedades al enamoramiento a la sustitución?" "Pero si hay que morir (...) /fallezcamos de pie/ Como los árboles fallezcamos/ de luz y sin bajar la vista".
              Pero esa fe y esa actitud de fortaleza y dignidad tienen también que ver con la creencia del poeta en un Dios que está latente y presente a lo largo del libro, "No va a ninguna parte quien no regresa a Dios", nos dice. Por tanto Dios parece relacionarse con la conciencia del ser y con el Cosmos, en donde todo está interconectado.
              El amor es también protagonista en poemas con citas de Gonzalo Rojas, W.R. Merwin o Anne Sexton, entre otros. Poemas de exquisita sensualidad con connotaciones de San Juan de la Cruz, en donde la carnalidad amorosa se convierte en comunión mística. En otros poemas se percibe el eco órfico, que señala Eduardo Moga en el prólogo, y que parece estar al fondo de esa caída hacia el vientre de la madre memoria y de su consiguiente regreso, y en la concepción de Dios y el demonio, como complementarios en el ser humano y en la escritura. Y esa complementariedad se extiende también al sentido de lo femenino y masculino como fusión de los contrarios y componente de la propia identidad. "Comunión" es el título del poema que antecede al subtítulo prestado a esta antología "El agua recobrada" y como en una mayoría de poemas, en este queda reafirmado el sentido de esa comunión del yo poético con el Cosmos, con Dios, con la cotidianidad, siempre con la presencia e imbricación en los otros y con los otros, porque ni Dios ni el ser humano están solos, porque somos los otros en la vida y en la escritura, dirá el poeta.
              En cuanto al estilo, en muchos poemas se aprecia una sintaxis sencilla que en ocasiones toma un tono aforístico o una expresión discursiva que a veces parece asemejarse a un silogismo. En los poemas largos la respiración es más amplia, y en algunos como "Inmóvil permanencia" "Descendencia" o "Confirmación", el tono se torna rezo. Pero en cualquier caso las afirmaciones breves que constituyen muchos de sus versos expresan una sabiduría condensada, que logra transportarnos a lo mistérico de esa cosmovisión mítico-poética, atemporal, desde el presente del yo poético que es también el nuestro. Sirva de ejemplo este breve poema: "Hurté de la mirada de Dios/ -el arcoíris./ Ahora mientras llueve el cielo está vacío/ y la gente me sigue/ cuando lloro." Es significativo que de esa luz de Dios, el yo poético se quede con el arcoíris, como metáfora de la plenitud sensual y vital, de lo visual deslumbrante, o neoplatónico, según lo cual lo visible, por su belleza, manifiesta lo invisible y retorna la mirada al interior del ser o a su fuente primigenia. En el Antiguo Testamento el arcoíris simboliza también la reconciliación de Dios, con los sobrevivientes del arca de Noé, representando a la humanidad, tras el castigo del Diluvio. Mas el verbo hurtar añade la connotación prometeico-diabólica que antes mencionaba, porque el bien y el mal también están unidos.
              El seleccionador de los textos ha situado al final los poemas de esa primera obra que es "Voluntad de la luz" como el titulado "Pez inmerso" o el último de la antología "Ciudad de mar interno" que recobran esa sustancia acuosa y ese retorno a los orígenes, a la casa y a la ciudad de la familia y de la infancia, uniendo y trazando el círculo de un viaje a través de la memoria poética, de reintegración de lo Otro y de los otros en sí mismo, para ese reencuentro individual que es a la vez un reencuentro universal.


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