Traducción al castellano:
JOSÉ LUIS REINA PALAZÓN
CARTA
137. A LUDWIG VON FICKER, INNSBRUCK
Cracovia, 27 de octubre de 1914
Querido, distinguido amigo:
Adjunto le envío las copias de los dos poemas que le he prometido.
Desde su visita en el hospital tengo el ánimo doblemente triste. Me siento ya casi fuera del mundo.
Para terminar quiero añadir que en caso de mi defunción es mi deseo y voluntad que mi hermana Grete reciba en propiedad todo lo que yo poseo en dinero y otros objetos. Le abraza, querido amigo,
suyo Georg Trakl
GRODECK
En la tarde resuenan los bosques otoñales
de armas mortales, las áureas llanuras
y lagos azules, sobre ellos el sol
rueda más lóbrego; abraza la noche
murientes guerreros; la queja salvaje
de sus bocas destrozadas.
Pero silente se reúne en los prados del valle
roja nube, allí habita un Dios airado
la sangre derramada, frescura lunar;
todos los caminos desembocan en negra putrefacción.
Bajo el áureo ramaje de la noche y las estrellas
oscila la sombra de la hermana por la arboleda silenciosa
al saludar los fantasmas de los héroes, las cabezas sangrantes;
y suenan suave en el cañar las oscuras flautas del otoño.
¡Oh duelo tan orgulloso! Oh altares de bronce,
a la ardiente llama del espíritu nutre hoy un inmenso dolor,
los nietos no nacidos.
Del libro "Obras Completas" (Poesía, teatro y correspondencia),
de Georg Trakl, Madrid, 2000 (segunda edición).
Traducción al castellano:
HELMUT PFEIFFER
A UN MUERTO PREMATURO
Oh, el ángel negro, que furtivo salió
del interior del árbol,
cuando éramos dulces compañeros de juego en la tarde,
al borde de la fuente azulada.
Nuestro paso era sereno, los ojos redondos
en la frescura parda del otoño.
Oh, la dulzura púrpura de las estrellas.
Pero aquel bajó los pétreos escalones de Mönschberg
con una sonrisa azul, y en la extraña crisálida
de su más tranquila infancia murió.
En el jardín quedó el rostro plateado del amigo
atento en el follaje o en las antiguas rocas.
El alma cantó la muerte, la verde corrupción de la carne,
e imperó el murmullo del bosque,
la queja febril del animal.
Siempre tañían desde torres
las azules campanas de la tarde.
Llegó la hora en que aquel vio sombras en el sol púrpura,
veladuras de podredumbre en el ramaje desnudo;
en la tarde, cuando en el muro crepuscular
cantó el mirlo,
y el espíritu del muerto prematuramente
apareció silencioso en la alcoba.
Oh, la sangre que fluye de la garganta del dios,
flor azul; oh, las lágrimas ardientes
lloradas en la noche.
Nube dorada y tiempo. En solitario recinto
hospedas con frecuencia al muerto.
Y caminas en diálogo íntimo bajo los olmos
bordeando el verde río.
Del portal web de poesía universal:
http://www.amediavoz.com/trakl.htm
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