ALGA Revista de Literatura
nº65 - primavera 2011




Dirección:

  • Goya Gutiérrez

    Redacción:

  • Xavier Carreras
  • Ignacio Gamen
  • Susana Lastra
  • Elvio René
  • Jorge Stoysich
  • Enric Velo


  • Edición:
  • Grupo de Poesía ALGA

    Responsables de la edición del presente número:
  • Goya Gutiérrez
  • Enric Velo

    Maquetación, composición y diseño web:
  • Enric Velo


  • Portada:
    • Esquarterada (2010).
      Ferro i roba, mides canviants
      de Maïs (Marisa Jorba).

    Sumario
    http://revistaliterariaalga.com/

    Narrativa

    GOYA GUTIÉRREZ

    GOYA GUTIÉRREZ es miembro del Grupo de Poesía ALGA y dirige la revista ALGA desde 2003.
    Ver http://goya-gutierrez-lanero.com/

    LA HISTORIA CIRCULAR:
    "DODECALIA"

    A veces los poetas, sin saberlo, hacen de alguno de sus versos profecía. Uno, cuyo nombre quedó enterrado en el abismo de la desmemoria, escribió: "El último vestigio quedará eclipsado, / pero de lo abisal, la semilla del ser emergerá al inicio".

    Y ese final, como el final de cualquier cosa viva llegó también para la mayoría de los planetas de la Galaxia. Previamente, una parte elegida de la población terrícola se había trasladado con su bagaje de ciencia y tecnología, -en definitiva, la experiencia y el conocimiento acumulados durante siglos-, al sistema planetario de Alfa Centauro. Allí se establecieron en veinte grandes estaciones espaciales, situadas en los veinte vértices de un dodecaedro virtual, la representación de la quintaesencia, -la perfección del Cosmos-, para los sabios griegos de la antigüedad.

    Los máximos mandatarios de Dodecalia presumían de que sus habitantes eran los más sabios, libres y felices de aquel rincón del Universo. Porque sólo esa selectiva élite llegó a tener conocimiento de la presencia de vida en Polux, un planeta-colonia en donde todo volvió a empezar. Pues, largo tiempo después de la existencia de Dodecalia, otra parte de los humanos de la Tierra habían aterrizado en ese planeta, y fueron repitiendo parecidos logros y errores, una historia semejante a su otro círculo histórico. Por otra parte, los habitantes del espacio de Dodecalia habían evolucionado de tal forma, que se habían adaptado, entre otras muchas cosas, a la micro-gravedad. Sus gobernantes mantenían celosamente "información clasificada", por temor a posibles consecuencias de retroceso.

    Es verdad, que en ese mundo creado a base de tecnología, se había conseguido erradicar la pobreza. Que el nivel económico de todos sus habitantes era óptimo, aunque no igualitario. Pero… ¿eran realmente sabios? y… ¿eran realmente libres y felices? Los únicos fondos bibliográficos que quedaban en las Bibliotecas virtuales versaban sobre ciencia y tecnología. Los registros bibliotécnicos sobre historia, música, arte, antropología, filosofía, literatura o poesía habían sido eliminados, por ser considerados de escasa demanda e interés por parte de la población en general; inútiles para la convivencia e incluso perjudiciales para la salud mental, habiendo sido substituidos por temas de "autoayuda". Toda manifestación artística fue desterrada, aunque estaba permitido como entretenimiento el diseño de fractales, por prescripción psicopedagógica. Los medios de comunicación de masas se habían unificado y tan sólo existían canales oficiales controlados por el Consejo, a través de los cuales se emitían noticias, deportes y otros programas recomendados. Estaba prohibida la creación y proyección de películas de ficción o que explicaran historias personales. La selecta oligarquía dirigente, no obstante, se reservaba para sí el privilegio de acceder a los registros, clasificados como de alto secreto, que guardaban la historia y la memoria de los siglos pasados.

    A pesar de todos los esfuerzos por crear un mundo artificialmente perfecto y feliz, en donde era casi obligatoria la sonrisa como muestra de buena educación y sociabilidad, había sido imposible aún eliminar de la mente de las personas, determinados rasgos de su personalidad, que en algunos casos abocaban a la maldad o a la rebeldía. Los "psicoplásticos", médicos especializados en moldear la psique, no habían conseguido erradicarlos, ni transformarlos en cualidades social y políticamente aceptadas, aunque trabajaban intensamente para lograr ese objetivo.

    Entre los entretenimientos más populares de Dodecalia estaban los videojuegos, las competiciones deportivas, los concursos, los reality shows, la robótica o la observación astronómica. El sexo constituía también uno de los máximos placeres permitidos, para aquellos seres técnicamente evolucionados; y los educadores se encargaban de introducir a los adolescentes en ese mundo lúdico y sensual que contribuiría a hacerlos más felices y desprejuiciados. Los políticos habían elaborado una ley, por la cual, todos los varones a partir de los diez años debían ser esterilizados, y su ADN extraído y almacenado. De esta forma quedaba preservado hasta la edad madura, en la que podrían engendrar un único hijo por pareja, después del correspondiente permiso del Consejo Demográfico.

    Pero, pronto, parte de aquella selecta oligarquía de gobernantes caería en la cuenta, de que el camino hacia la perfección seguía siendo una utopía, como en los más remotos tiempos.

    ****

    Neró guardaba aquella preciosidad de Registrador holográfico, como un tesoro, en una doble cámara junto a sus más íntimos secretos. De hecho, él mismo había votado y contribuido a que prosperara la ley contra la creación y proyección de filmes. Pero aún recordaba cuando de niño había observado a su abuelo manejando aquel artilugio, y lo que después era capaz de proyectar, una historia personal en imágenes tridimensionales. Neró había conseguido llegar a ser un hombre de prestigio, un reconocido político en el poder ya en la edad madura. En su juventud había estudiado Psicología y Psicoplastia, y se había dedicado a modelar el comportamiento y la mente de niños y adolescentes. Más tarde, después de aquel primer incidente, aunque no el único, que hizo tambalear en su interior todas las teorías éticas y del saber vivir, las cuales había defendido, a través de sus publicaciones científicas, y en su propia consulta, decidió dejar su labor como psicólogo y psicoplástico, y estudiar Leyes. Pero de vez en cuando, en algunos períodos de descanso, áridos y solitarios, abría de nuevo aquella puerta infernal, y rememoraba a través de la grabación su delito secreto. Ante las imágenes, rebobinaba en su mente las primeras consultas con Artemisia. El brillo de sus ojos inquietantes que parecían ofrecerle una delatadora complicidad. La pueril belleza, la ingenuidad de las palabras de ella describiendo sus primeras ansias; la sensualidad que su cuerpo púber empezaba a experimentar. Hacía seis meses que había cumplido diez años, pero su naturaleza era precoz, sus partes femeninas estaban casi desarrolladas. La grabación no registraba el momento, en que la mano de él vertió las gotas en el vaso de protacola, ofrecido a Artemisia. El efecto de esa llamada droga de la felicidad, y el estado de sus hormonas hicieron las delicias de Neró. Ella se le entregaba virgen, y a la vez parecía desenfrenada, enfebrecida, y atendía con solicitud a todas las demandas de él. Después, por medio de una sofisticada máquina, Artemisia quedó sumida en un profundo sueño. Y entonces fue cuando Neró intentó borrar de su mente aquel hecho deleznable, introduciendo una idea en su subconsciente: "Aquello no había sido real y pertenecía al mundo onírico". Cuando Artemisia despertó, Neró se afanó con sus preguntas, y comprobó que los hechos habían quedado en ella, suficientemente confusos, y simplemente creía que lo sucedido había sido producto de un sueño. La educadora, recientemente iniciada en esa profesión, que había acompañado a Artemisia a la consulta, volvió a recogerla al cabo de las cuatro horas requeridas por Neró. Y aquello permaneció aparentemente sumido en la más absoluta normalidad.

    Sin embargo, con los años, los sueños relacionados con la experiencia sexual fueron tornándose para Artemisia en preocupantes pesadillas. Llegó un momento en que, diversas circunstancias adversas provocaron en su mente una vertiginosa aceleración, llevada también por el insistente deseo de escarbar y hacer conjeturas acerca de aquella confusa mezcla de recuerdos y ensoñaciones. Porque de todo ello se desprendía algo indefinible a nivel racional, que en algunas ocasiones producía en ella un estado perturbador e incomprensible.

    Un día, Neró, al regresar a su vieja consulta, encontró su refugio patas arriba. Alguien había penetrado en aquel habitáculo, y realizado un gran destrozo de todas sus pertenencias. Hasta habían descubierto su doble cámara, y tanto el Registrador holográfico como la grabación habían desaparecido. Por un instante, cayó desmoronado en el único asiento que quedaba en pie. Comprobó si su ordenador personal había quedado dañado, y entonces pudo oír y ver a través del canal oficial de noticias, que había habido un fallo en el sistema general de seguridad, en la zona de su vector. Comprobó enseguida todas las aberturas que tenían conexión con el exterior, y efectivamente, allí estaba el orificio delator por el que el culpable o los culpables se habían introducido en su aposento. Su vida a partir de ese incidente se fue tiñendo de una negra inquietud. Ya no sentía aquella seguridad de dios impoluto, al que por serlo, y sobre todo por parecerlo, casi todo le es permitido. Ahora le atormentaba el delito, que había sido descubierto.

    Él no recordaba ya a aquellos dos adolescentes, sumamente indisciplinados, que se negaban a admitir cualquier deber, regla o ley. Parecían llevar en su ADN la marca de la frustración que los abocaría en el futuro a cualquier acto delictivo. Casualmente eran seis meses mayores que Artemisia, y en su día asistieron al mismo programa psicopedagógico, para el que Neró había trabajado. Al cabo de un año, un novio que tuvo Artemisia, al romper su relación con ella, les había comentado a Faber y Nesco, que la había oído hablar en sueños con aquel psicólogo, diciendo unas palabras "la mar de obscenas".

    Faber y Nesco recordaban la consulta del viejo psicoplástico. Por su culpa habían pasado cuatro años en El Departamento de Disciplina. Y aquel día, de forma fortuita, supieron del fallo en la seguridad de alarma. Por otra parte, los dos se habían llegado a insinuar a la bella Artemisia, y esta los había rechazado, y tratado con desprecio. Los numerosos programas a los que fueron obligados a asistir, no consiguieron reformar la inadaptabilidad, la frustración, la venganza o la rebeldía de aquellos dos jóvenes. Así que, su intención fue irrumpir en la intimidad de aquel, que según ellos, les había robado cuatro años preciosos de su vida. Y qué casualidad, encontraron un tesoro secreto, que el viejo guardaba desde hacía años, ilegalmente. -¡Mira por dónde..! -exclamaron…- ¡Habían logrado desenmascararlo!

    Ellos lo primero que pensaron fue en contactar con un grupo de hackers, que habían creado una serie de túneles-gusano audiovisuales, una realidad virtual, con unos mecanismos de anonimato que los hacía indetectables para el Departamento de los Blade Runners, y que por lo tanto gozaban de impunidad. Y habían conseguido verter aquella grabación en los programas destinados a clientes anónimos sin escrúpulos, y exhaustamente aburridos, que pagaban fuertes sumas de dinero por ver aquellas escenas prohibidas. En algunas de ellas era posible visionar hasta auténticos asesinatos o suicidios.

    Artemisia no podía deshacerse de las ensoñaciones que desde niña la seguían trastornando; de las inquisitivas miradas que como arma arrojadiza le lanzaban algunos conocidos, y que junto al vacío sin explicación la turbaban. Su disconformidad con el sistema sociopolítico, y de formación de las personas la abocaron a emitir públicamente ideas críticas, por las que fue cruelmente represaliada; confinada a una especie de arresto domiciliario, y sometida a un severo control y vigilancia por parte de los poderes oficiales, bajo el pretexto de necesitar urgente tratamiento químico y reclusión psiquiátricos. Pero también debido al exceso al que fue expuesta, recibió el apoyo del Dr. Éxit, quien le ayudó a deducir aquel mal impune, y a hacerlo soportable; y junto a Flix, un astronauta estelar, con acceso a secretos de Estado, pero también desencantado y defraudado, consiguieron huir al único otro mundo posible del sistema planetario de Alfa Centauro.

    ****

    En los últimos tiempos las estadísticas, que no se hacían públicas, detectaron un alto porcentaje de suicidios entre la población de Dodecalia. Los homicidios y asesinatos, en cambio, habían conseguido si no erradicarlos, sí disminuirlos sustancialmente.

    Sin embargo, lo más difícil de controlar eran precisamente los recovecos de algunas mentes, que se manifestaban como las más lúcidas y sanas, de cuyo interior se derivaba la ejemplaridad y adaptabilidad a la sociedad del espacio estelar; y a nivel externo eran la demostración palpable de un mundo evolucionado, que había llegado también a un nivel de confortabilidad y felicidad impensable, en la historia de la humanidad.

    Hasta que un día, una de esas saludables y avanzadas mentes escapó a los numerosos controles médicos a los que estaban habitualmente sometidos. Neró vio claramente en su mente, como si se tratase de un film prohibido, la historia distorsionada pero real de aquel mundo, y de su propia vida; y de pronto todo le pareció absurdo, grotesco. Se veía a sí mismo dentro del anuncio oficial, que publicitaba la perfección del sistema, como el personaje protagonista representando al farsante de aquella especie de estafa. Y a pesar de haber llegado a conseguir el alto cargo del círculo político y tecnocrático, de tener una buena salud física y una aparente feliz familia, sentía en su interior un constante desasosiego, junto al hueco en el que se veía precipitándose; o al vacío que en otras épocas lo sumía en una eterna apatía… Estados anímicos tratados con píldoras, aunque éstas sólo lograban encapsularlos, exiliarlos temporalmente de su mente. Así que, en un arrebatado instante, presionó instintivamente aquellas teclas imposibles, bajo números que sólo unos pocos podían descifrar… Y entonces, como una estrella nova, se inició el último festival de luces de las veinte estaciones, hasta llegar a convertirse en hierro candente, en esqueleto de la oscuridad…

    Algunas mujeres sabias que en Polux recogían en el bosque, en ese momento, hierbas para hacer brebajes y curar a sus gentes, observaron en el oscuro firmamento, un conjunto de débiles, aunque perceptibles resplandores, como pequeñas estrellas que dibujaban la forma dodecaédrica de la quintaesencia, inequívoco mensaje de los dioses augurando la venida de nuevos tiempos. Sin embargo, guardaron secreto, pues los hombres en general eran ignorantes en esa época, y fácilmente manipulables por aquellos que siempre han ambicionado el poder, para subyugar la voluntad del ser humano.

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