TRANSFIGURADOS
Vivir transfigurados nos impide
saber a ciencia cierta cuántos somos,
dónde han aterrizado nuestros huesos,
qué sangre nos circunda, qué arrabales
nos miran apurar la madrugada.
A veces nos sabemos sin recelo
en el acre destello de la carne,
en un ruido frenético de arterias
o en el simple zumbido de los aires
divididos en dos a nuestro paso.
Interrogante siempre la mirada,
siempre a punto para la epifanía,
al amparo de un alma de carmín,
de unos dedos llamados a la sangre,
de un pecho que, latiendo, nos invoca.
ANUNCIO DE NO-MUERTO EN LA SECCIÓN
DE CONTACTOS DE UN CONOCIDO DIARIO
Se busca piel sin mártires ni arena.
Escuela de placer. Nido de carne
entregada a otra carne y otra carne.
Interesadas llamen a mi fosa.
Preguntar por la innoble calavera.
Del libro La verdad del frío.
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