3.
"Ven pronto,
mi amado.
Los racimos
de besos
están ya maduros".
Apoyado en el balcón,
mirando al oeste,
espera cada noche
el milagro de un encuentro,
repitiendo como una oración
ese nombre extranjero
que le llena de miel los labios
y de sonrisas los amaneceres.
"Ven pronto,
mi amigo.
Lejos queda el invierno.
Ven pronto,
amado mío,
que ya me quema la espera".
|
10.
"Te amo
por todo lo que no eres".
Terminó de escribir la carta.
Miró cómo el lacre del sello
iba dando forma al escudo familiar
y sonrió
(sin motivo).
Sabía que esa carta sería su muerte.
No imaginaba poder vivir por más tiempo
en aquel silencio,
en el envidioso coqueteo
de las promesas incumplidas.
Se guardó la carta en el pecho,
imaginando el momento oportuno.
Más fría que un puñal.
Más certera que una flecha
en medio del corazón de la espera.
Del libro Trento.
|