_____________ XENIA DYAKONOVA ______________
Traducción de José Mateo
San Sebastián no podía imaginar,
cuando las flechas se hartaban con su sangre
y mansamente la hacían derramarse,
que nombrarían por él una ciudad:
con las paredes de un blanco deslumbrante,
y un mar severo, y un límpido arenal,
y esos turistas, que paran a besarse.
San Sebastián, entre el miedo y los dolores,
no nos sabía a los dos en el balcón,
en este hotel donde las habitaciones
dicen su nombre en los frascos de jabón;
donde hay estrellas colgadas en el cielo,
y otras, brillando en las puertas de cristal,
donde la voz del portero en el teléfono
es más sonora que un coro celestial.
(Inédito)
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