_________ ANABEL FERNÁNDEZ ORTIZ __________
NANAS DE LA ESPERANZA
Pegada al cristal susurro
la nana que te cantaba
mientras mi vientre era cuna
y tú el huésped de mi alma.
Te desahuciaron muy pronto:
aún nos quedaban dos lunas
de diálogo apretado,
de abrazo estrecho y enjuto
y paseos sin premura.
Duérmete, mi niño,
duérmete, mi bien,
que mamá te quiere
y papá también.
Te exiliaron a otra madre
de cristal y de algodón,
sin manos y sin entrañas,
sin voz y sin corazón.
Rabio de celos porque ella
el derecho me ha robado
de alimentarte a destajo
con la sangre de mi pecho
y la leche de mi aliento.
Duérmete, mi niño,
duérmete, mi amor,
que, en la incubadora,
te vigilo yo.
Dolor, soledad y llanto
se niegan a abandonarte
mientras maldigo mil veces
el acecho de la Muerte.
Y reniego... aullando al cielo:
Dios... ¿qué es de tu amor?¿Por qué?
Habla claro, que no entiendo,
que no soporto este espanto,
socorre mi desaliento.
Duérmete, mi niño,
duérmete, mi sol,
que nada te aparta
de mi corazón.
Mortal guadaña ha asestado
un brutal golpe a tu vida.
Te debates, luchas, sufres,
aferrándote a mi mano.
Tu padre y yo te perdemos,
pero no nos resignamos:
el Dios que te hizo nacer
y te conoce de antes
es el Dios de los milagros.
Duérmete, hijo nuestro,
duérmete, mi luz:
donde yo no llego
llegará Jesús.
La guadaña se ha quebrado
derrotada por la fuerza
de la Vida que te engendra
y el Amor que te protege.
Hoy vuelves a nuestro abrazo
después de tres meses largos
de soñar con este encuentro
y vivir con este llanto.
¡Hoy estás en mi regazo!
Duérmete, mi niño,
duérmete, mi bien,
mi tierno milagro
de Dios y la fe.
|