ESTELA KALLAY
DE ASEDIOS Y MORADAS
¿Q
uién cruzó los silencios
donde la soledad levantó fronteras?
El insomnio fue un color
que dibujó el infierno.
Ahora el paraíso
es un estruendo lleno de vacíos,
una luz salvaje
que la noche nunca abarca,
una piedra
que cae circular
en un río que no fluye
y la palabra aún no dicha
se desnuda sobre el hielo.
¿Quién es recordado por extraños
en la perforada memoria de los días?
Cómo envuelven
los dedos en harapos
la piel transparente de una ciega,
cuándo se grabará ese nombre
en una lápida lejana
donde signos herméticos
hablen de un amor descalzo
y una marca de sangre
trace el abismo
entre el laberinto
y la vida.
¿Por qué una estrella anónima
dejó su señal
en la muda música del cielo?
Si exhibe su hambre de buitre
el ayer
con sus uñas implacables
en ese espejo
cansado de pupilas
en esta morada
prisionera de la bruma,
si todo es fugacidad y olvido
para esta boca hechizada
casi muerta.
Si en el presagio del fuego
estas manos
quebraron el hechizo con ceniza
calmaron su llanto
en el aullido de la rosa,
devastaron
los muros con caricias,
y se atrevieron
a las orillas de esos ojos
para que vibraran en la tierra todos sus muertos.
Entonces
en el relámpago
tatuado por el ángel
las raíces
se hundieron en salitre
y la voz intacta reveló
su inocencia.
Ahora preguntan
si esto que sucede
dimos
está
fue
ha pasado
perdurará en lo hondo
de este octubre irreparable
aunque la araña
esté al acecho
y un párpado
borre esa huella solitaria
para hundir sus colmillos
en la sombra.
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