Revista Alga nº51 - Año 2003


Edita:
  • Grupo de Poesía ALGA


  • Responsables de Edición:
  • Goya Gutiérrez
  • Moisès Stankowich


  • Fotografía de portada:
  • Marga Clark


  • Sumario »

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    LA ENTREVISTA

    FLORENTINO HUERGA


    por Goya Gutiérrez


    Florentino Huerga, San Cristóbal de Entreviñas (Zamora) 1939. Reside en la ciudad de Barcelona desde el año 1962.

    Fundador de la revista y colección de libros de literatura "La mano en el cajón"(1968).

    Ha publicado numerosos libros de poesía entre ellos:" Poemas de sombra"(1968), "Un puñado de ceniza"(1971) "Pasos en la arena"(1971) "El amor y otros desengaños"(1973) "Apuntes para otra historia"(1974) "Nosotros las víctimas"(1980) "Daniel"(1981) "Los laberintos del agua"(1997) etc... Novelas como "Ceremonial y memoria" (1974)




    P. - ¿Qué es para ti la poesía y cómo la definirías?

    R.- No sé que es la poesía, en primer lugar porque no la conozco, no la he podido ver en ninún poeta muerto o vivo, clásico o contemporáneo. Sólo palabras intentando alcanzar claridades, transparencias de luz, chiribitas de colores, aire y a veces pálpitos de estrellas y universo. "El poeta" en las alturas, rastreando donde la filosofía no alcanza, ni por supuesto la poesía.

    P. - ¿El poeta tiene alguna misión?
    R. - A veces he dicho, como digo tantas otras tonterías, que el poeta es testigo de su tiempo ¿De qué tiempo y testigo de qué? El poeta es un ciego que anda atentando bultos y palpando por uno y otro lado, se va inventando lo que no ve, el resultado es la poesía.

    P.- "Ya sólo soy aliento en la memoria" es un verso tuyo. La poesía como otros géneros literarios ¿tendría que ver con la reconstrucción de la memoria?
    R.- Es la realidad y es la memoria y son las hojas del árbol, humo de colillas y lo que cada uno quiera decir. Se llama poesía a verdaderos engendros estéticos. Existe en la poesía actual un tufo reaccionario. De ahí ese empeño por promocionar una poesía y a unos poetas, que dan grima por su exquisita manera de rehuir la emoción, el calor humano en todo lo que tocan.

    P. - ¿Por qué crees que la poesía actual no interesa a sectores de población, que en cambio son lectores habituales de otros géneros literarios?

    R. - La poesía interesa en la medida que pueda transmitir al público lector vivencias humanas, que sea intérprete de la expresión fundamental de la vida no convencional. El poeta tiene que aportar la idea del mundo de una manera nueva, original. Teóricamente bien, pero hay condicionamientos, opiniones sesgadas, valoraciones nada contrastadas, imposiciones de los que manejan a su antojo el poder. La poesía es minoritaria, no hubo jamás tiempos mejores. La novela es un género donde los lectores se enganchan y sumergen en las aventuras de los personajes, que viven una vida paralela a la vida de todos los demás, héroes y antihéroes.

    P. - Tu primer libro "Poemas de mala sombra"(1968) ¿Se podría situar dentro del llamado realismo social?

    R. - "Poemas de mala sombra" no es una investigación de la realidad social. Es la realidad que yo vivo. Es abrir la ventana que da a la calle, a mi calle, para mí, la sociedad, es la que yo vivo y siento. Mi poesía se inscribe dentro de una geografía y de una historia.

    Leopoldo de Luis, en "El Urogallo" Madrid, mayo-junio de 1975 decía: "Más que de protesta, más aún que de testimonio, esta poesía es desmitificadora, Florentino Huerga dinamita con sus poemas las acomodaticias murallas de las conveniencias sociales de la distribución clasista, de la cultura manipulada, del esteticismo insolidario...
    Trae a veces un aire como de poesía popular, otra es una ráfaga apocalíptica, lo que dejan transidos los versos. Si nos detuviéramos a pormenorizar (y el interés del libro lo justificaría, ya que se trata de poeta poco conocido al que debe prestarse atención) veríamos la diversidad de elementos que han ido formando la expresión de Florentino Huerga"

    P. - ¿Debería la poesía actual mostrar más el desacuerdo?

    R. - Con la poesía actual no se debe mostrar el desacuerdo. Es una poesía salvo excepciones, instalada en un concepto clasista, y en cierto modo, es una poesía alada llena de temblores metafísicos, de beatería culturalista, de aire y aire, el ventoseo de la pureza.

    P. - ¿Qué década a partir de los 5O te parece que ha sido la más creativa, en cuanto a calidad poética en castellano ¿Puedes citar nombres?

    R. - La poesía de los años cincuenta y posterior, dadas las circunstancias políticas que se vivían, es una poesía en la que se cruzan varias generaciones. La guerra incivil, cortó la normal relación entre los poetas y sus obras. El veintisiete, e incluso a algunos de la del 98, Antonio Machado, Unamuno, y ese poeta prometeico, que no pertenece a generación ninguna, se quedó colgado al borde del 98 y no perteneció a la posterior, me estoy refiriendo a León Felipe. De los poetas del 36, es Miguel Hernández, un poeta que por las condiciones políticas se silenció durante mucho tiempo. Del cincuenta hasta el setenta y tantos, la poesía española adquiere una gran vitalidad, surgen voces como la de Blas de Otero, Ángela Figuera, Celaya, Ángel González posteriormente, Claudio Rodríguez, Bousoño, Rafael soto Vergés, Valente, Caballero Bonald etc., etc.
    La escuela de Barcelona Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Goytisolo, con Castellet a la cabeza hicieron un fielato casi de abastos, en el que se vigilaba todo el producto, eran los comisarios, que exigían los papales en regla y la más grande virtud para entrar en la gloria que tenían en propiedad, daban certificados de calidad, con gran cicatería, ellos eran los sumos sacerdotes, y por allí no pasaba ni dios. Hicieron víctimas que aprenas se pudieron recuperar posteriormente, Francisco Sitjà por monárquico, Gomis por católico muy comprometido con la iglesia, aunque fuera con la iglesia más progresista, Badosa por lo que quisieran achacarle, Algonso Costafreda, por orden superior.
    Son varios nombres los que me interesa, e incluso algunos de los que no están en el censo, según el momento y el estado de ánimo.


    P.- ¿Qué opinas de la figura de la mujer en la poesía de los últimos tiempos?

    R.- La figura de la mujer en la poesía española ha sido interesante, silenciada sobre todo por la dictadura, durante la generación de posguerra. Destacaría poetas como Carmen Conde, Gloria Fuentes o Ángela Figuera. La poesía última en general, escrita por mujeres, está dotada de más sensibilidad, y es menos artificiosa que la poesía escrita por hombres. Es una poesía más fresca, con más temblor. Son ellas que se dan y se expresan con la valentía que no hacen muchos.

    P. - Cuando lees un poema ¿Qué es lo que valoras?

    R. - Valoro ese duende extraño, esa palabra misteriosa que baja a la realidad y se te mete en no sé qué recovecos del alma, la palabra que transciende de la cotidianidad, que nace en el corazón, que tiene pellizco poético, puede ser formalmente perfecta o menos perfecta, pero siempre genial como en César Vallejo.

    P. - ¿Qué tanto por ciento pesa el gusto poético, al valorar una obra?

    R. - La obra, en mi opinión, es válida en cuanto te gusta y te interesa. La poesía y el arte, cualquier obra de creación que no dice nada, ni te sugiere nada, no existe, al menos para mí. Hay obras que se alejan totalmente de lo que yo prefiero, pero me atraen porque tienen ese hálito de profundidad y misterio que tiene toda obra hecha por un poeta. Eso siempre llega.

    P. - ¿Estás de acuerdo con el concepto general de generación? ¿Qué es lo que crees que caracterizaría, por ejemplo nuestra época en poesía?

    R. - Generación es una forma de señalar, algo convencional, es la manera de situar a los poestas en un tiempo determinado y en una forma de entender el mundo, y de compartir sus inquietudes.
    Ahora mismo predomina una poesía distanciadora, referencial, libresca. Hay poemas concebidos con rigor formal, casi perfectos, pero ajenos por completo a la vida. Siempre he preferido la poesía de la vida, aunque no sea perfecta. Lo artificial es un oficio que se aprende, como se aprende a colocar ladrillos, hacer puertas o quitar goteras. La poesía de la vida nace en los hondones del corazón, en los caminos de la sangre, es la pulsación del ser humano que siente en cada pálpito el misterio y la emoción del ser. El hombre con su voz de hombre y sus limitaciones, con su propia voz, intentando explicarse el caos, ordenándolo con su tremenda confusión.

    P. - ¿Qué sucede en España con el monopolio que constituyen Algunos premios poéticos?

    R. - Los premios poéticos son como los sindicatos verticales. Se agrupan por gremios. Hay poetas que tienen un muy bien elaborado informe de las preferencias de cada sindicato. Para presentarse a cada uno de ellos, hay que ser correligionario fiel, de demostrada adhesión a sus valores fundamentales. Más o menos es eso.

    P.- Tu último libro publicado "Los laberintos del agua"(1997) Huerga&Fierro editores, está transido por la memoria de seres queridos y ausentes. En él, la palabra poética parece querer diluirse en el Universo, como una soledad herida que pregunta:

    Qué rehenes de espejos y cristales
    están en la memoria?
    la soledad tallada
    en la dura corteza de la encina,

    Avanza vena a vena,
    recorre el cuerpo,
    desgarra las costumbres
    y el temblor de la escarcha
    en el umbral de las mañanas

    Además de ser artesano de la palabra, como decía Baudelaire, el poeta,¿ ha de dejar que la poesía le llegue o ha de ir en su búsqueda?

    R. - Toda obra requiere un esfuerzo. El poeta es un buscador del tesoro escondido, como un minero con un pico y una pala que va cavando en los peñascos, intentando encontrar un valioso mineral para convertirlo en joya, pero lo que sale son chispas y trozos de peñascos.

    P. - ¿De qué trata fundamentalmente tu obra inédita de poesía?

    R. - Es reiterar y reiterar la vuelta a Ítaca derrotado, sin nada, vacío. No un perro reconociendo al dueño que se fue, y al que los dioses confundieron por los mares inmensos, sino un perro que reconoce al Paria en que la vida lo ha convertido, buscando un rincón de tierra donde esconder la ceniza y su derrota. Desposeído de la ilusión, desterrado de la esperanza, viene a dialogar con la muerte, a pedirle su piedad, a presentarle sus respetos.