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INMA SALINAS
Vengo herida de la guerra
en que entregada al amor
me encontré en el campo de batalla
no tuve miedo de hacer frente
allí donde más balas corrían
y, cuando recibí la primera aún en la trinchera
salí de ella desesperada
ofreciendo mi cuerpo como blanco
a todas las balas de todas las guerras.
Siento la gravedad de mi herida
y en la lucidez de mi agonía
veo como se dibuja en un rostro
el paso de una sonrisa irónica en un rictus perfecto
al mismo tiempo que distintas melodías
acarician mis oídos, y saboreo
un licor dulce que mi boca segrega.
Hace tiempo que se está gestando mi último deseo.
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