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INMACULADA SALINAS
Acudí a ti como última esperanza,
deseaba compartir tu secreto.
Ante mi derrota tú me diste aliento
y en el horizonte te proyectabas como mi salvador.
Aparecías y desaparecías,
luego tu ausencia se impuso,
a través de tu vigor llegué a olvidarte
y experimenté en otros la misma fuerza.
Sin embargo, ahora, de repente, irrumpes en mi pensamiento
reivindicando en mi memoria que
fuiste el primero que me hizo ver más allá del horizonte.
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