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JAVIER DEL HOYO
I
Percibo un cierto resquemor en tus miradas;
y no es exactamente cierto que te observe,
es mas,
ni siquiera conozco la ubicación exacta de tu ira,
pero dejas un inconfundible rastro de pesadumbre.
Al anochecer, te sumas al sueño lánguido, te dejas caer,
desvaneces el hondo interés de la multitud por ti
y ya no llenan las vistas del todo los ojos del ver;
entonces, queda sólo una pequeña porción invisible,
la más deseada:
la promesa del eterno retorno, como sombra sin fin.
II
Tienen las manos prensiles
un algo de premonitorias,
pueden asir en el aire la nada;
en el fluir arenoso del tiempo
son el testimonio de un ir
hacia el mañana sin temor,
como va la sombra del sol,
tomando en el aire la nada,
cubriéndola.
Hay amores que copulan
ocultos del anochecer,
sin cogerse las manos;
hay dagas de luz
seccionando nudos
como gargantas,
sin palabras,
sólo con la mirada.
continua
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