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JUAN MANUEL CUARTAS R.
UNO
Si en la paz de tu médula caben estos ojos de Ogro, estas manos de vampiro, el puñal de estrella y los Cueros que me cubren, guardaré silencio.
Matando al otro se rompen los espejos, mientras yo, como la flor, me precipito en este pedazo de mundo descargando mi veneno.
DOS
Saboreó mi sangre, mi uña, mi nervio, y no creo que la muerte pueda librarla de mí.
Así soy yo, tierno y decidido.
Al mediodía devuelvo la ternura y la dejo entrar por mi piel, que atenace y me ame con crueldad, pero fenece la tarde y la arranco desgarrándome como el condenado a muerte rechaza a su amante.
Somos todo el amor, el contemplado y el felino. Un día perderemos algo más que el corazón.
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